Naim, la memoria y la mariposa

Unas palabras para el Día de la memoria por la verdad y la justicia, a partir de una obra plástica de un estudiante de 7° grado de una escuela pública del sur de la Ciudad de Buenos Aires, luego de trabajar colectivamente el tema.

Había que compartir unas palabras por la Memoria, pero no querían salir. Inseguras se empujaban por quedar atrás: “primero vos”, “¡no, vos!”, se escondían unas detrás de otras. Hasta que 7º grado se puso a dibujar. Y ahí las palabras se hicieron bandada, enjambre ruidoso, colorido viento de estrellas.

Porque el arte, además de ser remedio, dice aquello que nos cuesta expresar, elegimos una de esas pinturas, realizada por Naim. No la elegimos por ser la mejor, pues en el arte no funcionan trofeos ni escalafones. Es bella, sin duda, pero la traemos porque cuenta mucho de lo que estudiamos, comprendimos y sentimos sobre la fecha.

Acá está:

¿Qué se ve en ella?

Una noche oscura en el telón de fondo, ruidosa tormenta como balacera. Un frío amenazante que no deja ver, como capucha en la cara. No deja ver pero se escucha: ese lápiz suena a tiros. Así se vivía hace 47 años, en la noche de la Dictadura.

No hay estrellas en ese cielo. Desaparecieron las estrellas. Se las llevaron a todas: a las gigantes rojas, a los luceros, a las viajeras fugaces, a las jóvenes titilantes. Las luces fueron apagadas por los dictadores que vinieron a mutilar todo lo que, brillando, alumbraba el horizonte.

Pero también hay un verde bajo la noche. Aplastado por ese gris de plomo, gris de revolver, hay dos, tres, muchos verdes esperando volver. Está la tierra sembrada de gaviotas blindadas. ¿Las ven? Están disimuladas, preparando su vuelo para cuando llegue el amanecer. Donde las botas ignorantes creían pisar rayitas, surcos débiles de gramilla, estaban los pájaros juntándose y animándose a renacer.

Y también hay un árbol donde resiste una mariposa. Está escondida la mariposa, porque los dictadores la prohibieron. La censuraron como censuraban los libros, las canciones, las asambleas, todo pensamiento colectivo. Prohibieron las mariposas porque ellas saben volar silenciosas y agitadas a la vez, igual que vuela la imaginación.

Así, los dictadores creían prohibir esa maravillosa posibilidad humana de pensar que el mundo y sus cosas pueden ser de otra manera, que lo bello y lo bueno pueden multiplicarse mientras la maldad y la injusticia se envuelven hasta oxidarse en el capullo de la historia.

La mariposa, sin embargo, está viva. Sus alas, extremidades, tienen cinco dedos. Son alas manos y alas pies. La mariposa es un guerrero que regresa sigiloso.

Ella no está en el fondo. Está más acá que el paisaje, cerca nuestro: nos espera, acompaña e invita. Está latiendo sus alas en la madera para desafiar y contagiar, para que la veamos quienes sabemos mirarla, imaginando sus caminos y sus vuelos para conseguir lo que tanto necesitamos.

Publicada el 23 de marzo de 2024


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Horacio Cárdenas

Horacio Cárdenas (Buenos Aires, 1976) es maestro de escuela. Vive en la República de Mataderos, Ciudad de Buenos Aires. Egresado de la Escuela Normal Nº 4 en el 2002, trabajó en varias aulas, de aquí para allá, hasta que en el 2007 llegó a la Nº 15 del distrito escolar 13, en el barrio de Lugano, escuela pública gigante donde junto con compañeras y compañeros construyeron proyecto colectivo. Desde 2004, junto a maestras y maestros, forma parte de un grupo de reflexión sobre la práctica bautizado Luis Iglesias, en homenaje al gran maestro argentino. Incursiona también en la formación docente, compartiendo lo aprendido, en torno a la enseñanza de la matemática en distintos profesorados.

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