Una clase planificada muta al momento de ponerla en juego: cada pregunta de los alumnos es un desvío del camino que se había pensado, porque las clases nunca están completas si los estudiantes no se las apropian.
Los cóndores no suben por la escalera
Parafraseando a Freinet
Estimado lector: este relato surgió en medio de un proyecto de articulación entre las cátedras de Didáctica de la Lengua y la Literatura y de Didáctica General del Profesorado de Ed. Primaria con Orientación en Educación Para Jóvenes y Adultos del IES N° 3 “Escuela Normal Juan Ignacio Gorriti” de Jujuy. El propósito del proyecto era que los estudiantes pudieran hacer una experiencia de escritura de un relato literario y reflexionar desde ahí sobre los saberes de la Didáctica de la Lengua y la Didáctica General.
***
Sorprendimos a los alumnos aquella tarde cuando entramos al aula todos juntos: la profe de Naturales, el de Matemática, Sociales y yo, la de Lengua. Nemesio, profe de Matemáticas, tomó un banco y lo ubicó para colocar el cañón, la netbook y los parlantes.
-¿Y esta vez qué hicimos? fue la pregunta con su acostumbrado tono de coplera confianzuda y pícara, que nos dirigía Arsenia.
-No, nada, lo que pasa es que ya estamos en el tramo final, el del proyecto que deben presentar para completar la primaria.- Respondí.
-Es cierto, no se lo dijimos, pero este módulo el trabajo va a ser en conjunto de parte de todos los profesores. Aunque habrá clases con las materias, sin embargo la idea es que resolvamos un proyecto entre todos y así terminan la primaria.- aclaró el profe de Sociales.
-¿El proyecto es individual o grupal?- preguntó Jaime.
-Es grupal -afirmó Mariano, profe de Sociales.
-Pero yo no tengo tiempo para reunirme en grupo.
-No hay problema, trabajaremos la mayor parte acá en el aula. -Aún hecha esta aclaración, no se logró disipar la incertidumbre.
Como grupo de docentes habíamos elegido, entre los universos situacionales que propone el Diseño Curricular de Educación Para Jóvenes y Adultos, el de la problemática ambiental. Suponíamos que era algo cercano a su experiencia cotidiana y que podía ser de interés, que había abundante material para consultar y por último que nuestros estudiantes iban a hacer una producción aceptable. Pensábamos que con presentar un proyecto sobre reciclado de plástico ya cerrábamos la nota.
Pensábamos.
Había que presentar el desafío, y éste tenía que ser lo suficientemente contundente como para lograr captar la atención y el interés. Hablando en la reunión de planificación, la profe de Naturales recordó un “Vecinos en acción” donde denunciaban un basural sobre un baldío en San Pedrito, y propuso que lo tomáramos como disparador, por lo que el profe de Matemáticas se encargó de buscarlo en la página de canal 7, descargarlo y proyectarlo. Mariano presentó la actividad.
-Como les estaba diciendo la profesora, con este proyecto ustedes terminan la primaria de Jóvenes y Adultos y seguro que el año que viene pueden inscribirse en el secundario. En este proyecto aplicaremos todos los contenidos que aprendieron estos años, en los ciclos anteriores. La idea es que propongamos una solución a una problemática social. Con los profesores pensamos…
-Disculpa Mariano que te interrumpa. No me enciende el cañón -dijo el profe de Matemáticas.
-Es el enchufe profe- intervino Arsenia- el otro día, Franco quería cargar el celular en clase y ese enchufe no anda. Tiene que usar el que está atrás, en el fondo del aula.
-Pero no llego con la zapatilla, habrá que buscar un alargador.
-Voy yo profe- Uno de los más jóvenes del curso, se sacó los auriculares, guardó su celular, se levantó del banco.
-¿Qué está escuchando, Franco?
-L-Gante profe. Está bueno el tema sobre el abecedario. Si quiere voy yo y se lo pido a la secretaria.
-Vaya pero recuerde sacarse la gorra.
-Bueno, mientras nos traen el alargador, voy presentando la actividad. Le vamos a pasar una denuncia que salió en Canal 7 en “Vecinos en Acción”. Sobre esta problemática, cada uno de ustedes tendrá unos minutos para que respondan en un papel las siguientes preguntas.
Suponíamos que era algo cercano a su experiencia cotidiana y que podía ser de interés, que había abundante material para consultar y por último que nuestros estudiantes iban a hacer una producción aceptable. Pensábamos que con presentar un proyecto sobre reciclado de plástico ya cerrábamos la nota.
El profesor toma una tiza, y en la pizarra dibuja tres columnas y en cada una escribe: ¿Qué piensas de esta situación?, ¿Qué dudas o inquietudes te surgen? y ¿Qué te interesaría explorar?
No se demoró mucho Franco, trajo el alargador y pudieron prender el cañón y pasar la denuncia de un vecino sobre un baldío de San Pedrito. Lo de siempre. En el baldío los vecinos tiran basura, lo que hizo que se convirtiera en un foco infeccioso, que se agravaba porque, aunque se insistía a la municipalidad, no se resolvía el problema. Como era un disparador más propio del área Naturales, Selva dio unas aclaraciones. Les pidió que escriban lo que saben de la situación, lo que se recuerdan o cualquier pensamiento relacionado. Insistió porque no los vio escribir de buenas a primeras en sus cuadernos.
A Jaime no se lo veía muy conforme:
-Profe, yo no entiendo mucho, pero ¿por qué no nos dan su clase a cada uno de ustedes y listo?
-Bueno, pero es lo que dice el Diseño Curricular. Ustedes en este tramo tienen que proponer un proyecto de acción, como solución a una problemática social.
-Todo bien profe, pero usted sabe que yo estoy todo el día en la calle, que hay días que no vengo porque me salió una changa o tengo que hacerme cargo de mi hija.
-Si es verdad, nos lo dijiste muchas veces. Pero siempre te esperamos, con que cumplas con la tarea está bien.
Franco sentado nuevamente en el fondo había retomado la escucha de L-Gante, y aunque tenía auriculares el tema llegaba a los oídos de Arsenia.
Arsenia se había jubilado hace poco, y decidió terminar la primaria. Ella, como “la abuela” del grupo, muchas veces llamaba al orden a sus compañeros más jóvenes, como fue esta vez. -Franco compórtate, sacate los auriculares y participa de la clase.
La llamada de atención de Arsenia dejó en silencio a la clase. Intenté recuperar las consignas a ver si así lograba la participación. Franco continuaba sin hacer caso.
-Profe -pidió la palabra una de las alumnas sentada al medio- No sé si tendrá que ver, pero el domingo al mediodía en el mercado de la Almirante Brown, había un contenedor lleno de verduras, algunas podridas y había una familia, recogiendo las que se podían comer.
Las palabras de nuestra estudiante eran una pincelada al estilo de un Berni jujeño, que con brochazos rústicos esbozaba alguna escena de un Juanito Laguna bien nuestro.
-Está fea la cosa- acotó Jaime.
Al profe de Matemática no le tembló el pulso y, con un golpe de timón experto, retomó rápidamente la intervención de nuestra estudiante, invitando a trabajar las preguntas de la clase sobre esta nueva escena. Una a una fue escribiendo en la pizarra, en el lugar de cada pregunta, las participaciones de nuestros alumnos.
Surgieron muchas cosas, recuerdos familiares de experiencias parecidas, la discusión sobre la causa de la pobreza, el debate de que el pobre es pobre porque quiere. Franco interrumpe:
-¿Se puede hacer algo por esa gente? -desde que surgió la nueva escena, ya había dejado de escuchar a su artista y participaba activamente de la clase.
-Si, hay que dar trabajo -dijo otro estudiante. Y se armó una discusión por los planes sociales, con posiciones extremas, no sólo de los estudiantes, sino también de los docentes.
La planificación de la clase se había convertido, como le gustaba repetir a mi abuelo, en un catamarán en medio de una excursión de pesca, sorprendido por una tormenta que lo agitaba, con peligro de que se volcara y se regresara sin haber pescado nada.
Las palabras de nuestra estudiante eran una pincelada al estilo de un Berni jujeño, que con brochazos rústicos esbozaba alguna escena de un Juanito Laguna bien nuestro.
-¿Y las verduras de dónde salen? -Por fin la pregunta de la profe de Naturales encauzó el pensamiento colectivo. No sé por qué, tal vez por esas locas asociaciones que se dan, Arsenia recordó de modo impreciso cuando niña en la Puna, antes que la trajeran a San Salvador para trabajar “cama adentro” en una casa de familia, su padre ponía a disecar las verduras al sol y luego con eso tenían para hacer una sopa . El profe de Sociales contó sobre una cooperativa que diseca verduras en la Quebrada y que durante uno de los terremotos que sufrió Chile, le compraron sus sobres de verduras para darle a la gente que sufrió la catástrofe.
-Entonces, digamos que a las verduras que sobran, las podemos juntar, disecar y luego venderlas o donarlas a las familias y a los comedores -Propuso Jaime, ya con un poco más de interés por lo que surgía en la clase.
-Si pero estamos en San Salvador y no en la Puna, el sol no es el mismo -le discutieron desde el fondo.
-Ese es un buen punto -afirmé- habría que ver si se puede hacer un disecador que pueda emplearse acá.
-Se puede hacer un emprendimiento -aportó Franco, ya totalmente involucrado en la clase.
Ni lerdo ni perezoso Nemesio empezó a anotar en la pizarra las cosas que era necesario saber para resolver el problema: “Cómo hacer un disecador de verduras, cómo hacer un emprendimiento, cuántos comederos hay, cuántas familias se acercan al mercado a recoger la verdura que se deja. ¿Se puede calcular el volumen de verduras que se tira? ¿Y en la Feria de Alto Comedero?”.
Mientras Jaime preguntaba en qué nos ayudará el Gobierno con el proyecto, sonó el timbre herrumbroso llamando al recreo pero sin suerte porque nada lograba romper la atmósfera revoltosa de dudas con ideas que nos rodeaba.
Publicada el 28 de julio de 2022
Si te gusta lo que hacemos en Gloria y Loor podés apoyarnos asociándote a la Cooperadora de GyL.