Profe ¿qué se vota?

Fotografía: Mónica Hasenberg

Una elección nacional en la escuela. El antes y el después, la adaptación de los espacios, la montaña de boletas y el diseño curricular. Ignacio Budano escribe desde el aula algunas impresiones que se funden con la siempre presente voz de lxs estudiantes.

Corrían los años 90 y el profesor de Educación Cívica nos había pedido que llevásemos para la siguiente clase las plataformas electorales que pudiéramos conseguir. Como el abuelo Simpson en el limonero, cabe contarle a gran parte del público que décadas atrás, en épocas de elecciones, los partidos políticos solían imprimir y distribuir sus propuestas en pequeños libros. No recuerdo bien en qué consistió la clase, pero guardo en mi memoria el acalorado debate en la división, entre adolescentes, previo a la clase. Sin centro de estudiantes en la escuela, nos habíamos convertido en fervientes militantes de ideas en formato papel que no llegábamos a comprender pero que por algún motivo nos seducían.

2019

Doy clases en séptimo grado en una escuela pública a la que concurren chicas y chicos de clase media y media baja. En el aula, hablan del debate entre candidatos a presidente emitido la noche anterior: “¿lo viste, profe?” me pregunta uno, “sí ¿vos?” pregunto dando por obvia una respuesta que no iba a ser la que esperaba: “no, pero vi los memes”. 

Según el Diseño Curricular de la Ciudad de Buenos Aires, algunos de los contenidos a abordar en séptimo en ciencias sociales son: Gobierno de la Ciudad y Democracias, dictaduras y participación social. Las boletas electorales pueden servir de disparador. Algunas cosas que surgieron cuando las usé: burlas a las caras de las candidatas y los candidatos y debates desordenados sobre preferencias electorales. Otra función de las boletas, cuando son de otras jurisdicciones, es la de ampliar la mirada sobre el contenido abordado dándole abstracción y a su vez federalismo. No todo empieza y termina en donde viven lxs estudiantes.  

“Profe, ¿a quién vas a votar?”, es una pregunta recurrente que elegí no responder. De todos modos, arriesgan y eso suele divertirme. Que en el siglo XX las dictaduras, fraudes electorales y gobiernos con proscripciones sumen más años que los gobiernos de la democracia, vuelve a aparecer en el aula como algo significativo. “Pensar que la gente elige a sus gobernantes en un aula”, se emociona Clara, a quien le apasiona la materia. Su comentario me sirve para retomar un contenido de quinto, “ciudades”, que entre otras cosas categoriza los núcleos poblacionales por cantidad de habitantes. Lo notable en esto es que hasta en un caserío hay una escuela primaria y que quizá ese es el motivo por el que se vota en casi todas las escuelas del país.

Pienso: lxs representantes del pueblo se eligen en mi lugar de trabajo.

2021

Trabajo en una escuela pública diferente pero del mismo distrito. La realidad es otra a la del 2019: es cuarto grado y según los datos volcados en el registro en la columna “Nacionalidad”, la mayoría de las chicas y los chicos son argentinas o argentinos, pero la mayoría de sus mamás y papás nacieron en países limítrofes, en particular en Bolivia. Es viernes y llega desde la conducción el tradicional aviso previo a elecciones: descolgar lo que se pueda de las paredes para que el material didáctico no se rompa, guardar todo y cerrar bien los armarios.

Pienso: lxs representantes del pueblo se eligen en mi lugar de trabajo. Lo que pienso tiene correspondencia con lo que decía Clara. Por suerte – nadie me va a interrumpir retomando un contenido, musito – mientras despego cartulinas de la pared. “¿Por qué guardas todo profe?”, me preguntan sin tilde en la última sílaba del verbo como rasgo de identidad. “Por las elecciones”, respondo. Nadie sabe a qué me refiero. A pesar de que tienen la posibilidad de votar, sus familias, como pasa con la mayoría de las y los inmigrantes, eligen no hacerlo. Improviso una explicación sobre los comicios, subido a una silla y descolgando carteles. Hago una referencia a las elecciones en Bolivia, en las que sus mamás y papás sí participan. La cosa empieza a tener sentido. Recuerdo a mis tíos españoles que jamás hicieron un trámite para votar acá, pero participaban activamente de las elecciones de España. Arriesgo que muchos no se sienten interpelados o no se sienten invitados a intervenir en decisiones políticas en nuestro país. 

Lunes 13 de septiembre

La mañana arranca con análisis y comentarios sobre las elecciones entre colegas. En pandemia no hay sala de maestras o maestros, las charlas posibles son en el recreo, entre el ruido y las muchas interrupciones.

La directora comenta que el sábado a la mañana la llamó el gendarme a cargo -recuerden que el establecimiento pasa como por acto de magia de la órbita del Ministerio de Educación al Ministerio del Interior- para indicar con enojo que la escuela no tiene escudo. La directora comenta que lo voló un viento fuerte, que se rompió y que hace tiempo pidió a las autoridades que lo repongan. Al gendarme la explicación no lo conforma, sugiere que podría comprarlo la cooperadora. Ella explica que eso no corresponde, porque hay un escudo oficial que debe enviar el Gobierno de la Ciudad y porque la escuela tiene muchísimas otras prioridades. 

Vuelvo al aula y un chico encuentra en el pupitre sobres electorales olvidados. Como todo docente, sé que todo se recicla como material didáctico y los uso para guardar unas piezas recortadas para trabajar fracciones.

Publicada el 28 de septiembre de 2021.


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Ignacio Budano

Ignacio Budano tiene 46 y es Profesor de Enseñanza Primaria y Licenciado en Educación de la UMET. Trabajó en los programas CAI, Maestro + Maestro y Red de Apoyo a la escolaridad. Como maestro de grado trabajó en los distritos 21, 7, 13 y 12 en el que trabaja actualmente, en la Ciudad de Buenos Aires. Nacido y criado en el barrio de Lugano, actualmente vive en Floresta. Jugó en la quinta de Sacachispas. 

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