Ya no creo en lo que enseño

Fotografía: Santiago Hafford (Presente: retratos de la educación argentina)

¿Estamos formando docentes lectores para que, a su vez, puedan formar lectores en Inicial y Primaria? ¿O se trata de una ficción del Diseño Curricular, como propone Anabella Díaz? ¿Cómo salimos de ese laberinto?

Carta desencantada al Diseño Curricular de los Profesorados de Educación Inicial y Educación Primaria de la Provincia de Córdoba

Querido Diseño Curricular de los Profesorados de Educación Inicial y Educación Primaria: estoy enojada con vos, estoy enojada porque me mentiste y has insistido una y otra vez en sostener esa mentira a costa de seguir por un camino que no funciona pero -para qué negarlo- ha endulzado los oídos de quienes trabajamos en la formación docente durante más de una década. Ha sido un canto de sirenas que nos hipnotizó y del que, al menos yo, siento que despierto a golpes de informes, estadísticas y noticias muy desalentadoras.

Allá, por el 2008, llegaste a las aulas de los Institutos de Formación Docente a mostrarnos –a los profesores y profesoras de Lengua y Literatura– que aquella cátedra dedicada a la enseñanza de la Lengua, ahora se desplegaba en un conjunto de espacios curriculares con nombres por demás prometedores para ambos profesorados tales como Taller de Oralidad, Lectura y Escritura; Lengua y su didáctica; Alfabetización Inicial (en Nivel Inicial y en Nivel Primario) y Literatura (en Nivel Inicial y en Nivel Primario).

No puedo reprocharte que nos hayas dejado solos frente a este escenario desafiante en el que los y las docentes teníamos que armar planificaciones con contenidos que hasta ahora nunca habíamos trabajado. ¿Qué debíamos dar en un Taller de Oralidad, Lectura y Escritura? ¿Y en Literatura en ambos niveles? ¿Debíamos enseñar una didáctica de un objeto que hasta el momento había estado subsumido en la cátedra de Lengua? Los desafíos se multiplicaban, pero las posibilidades de abordar a la Lengua y la Literatura en toda su complejidad y riqueza, también. Todas estas preguntas fueron respondidas en talleres de capacitación para la implementación de las diferentes unidades curriculares en los que te presentaron con bombos y platillos. Y yo también festejé.

Quiero que sepas, que de todo lo que me prometiste, lo que más dolor me causa fue haber creído que podíamos trabajar en la formación de lectores literarios y que me lo hayas hecho creer. ¿Vos también lo creíste posible o simplemente nos dijiste lo que tenías que decir? Te confieso: yo también creí que era importante y que esto era responsabilidad de los docentes de Lengua y Literatura porque íbamos a cambiar las cosas y que la lectura (particularmente la literaria) volvería a ser una práctica social indiscutiblemente valiosa para los futuros docentes que a su vez estarían sólidamente formados y llevarían esto a sus aulas cuando comenzaran a ejercer.

Estoy enojada y desilusionada porque mis propios alumnos y alumnas del profesorado no leen literatura. Y vos ya lo sabías así que no me lo niegues. ¿Eso te convierte en cínico? En fin… te quiero contar que hice una encuesta a mis estudiantes de los Profesorados de Nivel Inicial y Primario para conocer si se reconocían como lectoras y lectores literarios y, en caso de que fuese afirmativa la respuesta, que me dijeran qué leían, cuándo fue la última vez que leyeron, por ejemplo, una novela, entre otras preguntas. Te sorprendería saber que el 66 % lee menos de un texto literario al año. Te sorprendería saber que sólo el 20% lee un solo texto literario al año. Te sorprendería saber que el 20% no lee literatura. Te sorprendería saber que quienes afirman leer literatura no pueden citar títulos o autores de esos libros… ¿Te sorprendería?

No me acuses de ansiosa… me parece que te he dado (y nos he dado) el tiempo suficiente para ver si esto remontaba, si finalmente llegábamos al recodo del camino para ver un poco más allá. Pero todo esto comenzó, recordarás, en el 2008. ¿Y qué realidad es la que nos toca vivir hoy? Vos, Diseño Curricular, tenés que caminar con la frente en alto con este paisaje rodeándote, que yo quiero describirte aunque sé que lo conocés.

¿Quiénes son nuestros alumnos y alumnas de los Profesorados? Pues son jóvenes que han terminado recientemente su secundario. ¿Y quiénes fueron esos jóvenes como lectores un par de años antes de ingresar a la carrera docente? Veamos…

En 2019, La voz del Interior publicaba los resultados de las evaluaciones PISA que se tomaron en 2018 en nuestro país. Entre los resultados más alarmantes se encuentra el hecho de que el 62% de los adolescentes de 15 años lee sólo por obligación y 2 de cada 10 alumnos creen que esta práctica es una pérdida de tiempo.

En un Informe escrito por la organización Argentinos por la educación en mayo de este año aparece un dato alarmante: sólo 16 de cada 100 alumnos termina la secundaria en tiempo estimado y con resultados satisfactorios en Matemática y Lengua y agregan que más de la mitad de esos 16 alumnos, entre otras características, pertenecen al tercil de mayor nivel socioeconómico, asisten a escuelas privadas o tienen madres con educación superior.

Esto me recuerda algo que ya ha dicho Jan Hébrard, especialista en historia y sociología de la lectura y la escritura, quien explica que, para la sociología de las prácticas culturales, la lectura y la escritura son un arte de hacer que se hereda (de los contextos familiares) más de lo que se aprende (en la escuela).

Y, en sintonía con la idea de herencia cultural, Emilia Ferreiro ha declarado enfáticamente en varias entrevistas que si los docentes no leen, son incapaces de transmitir el placer por la lectura.

¿Qué hacemos, querido Diseño Curricular, con todo eso? Tu propuesta se asienta, por un lado, en saberes disciplinares, y por otro, en un conjunto de prácticas individuales y personales que deben tener los estudiantes de los profesorados que no garantizás pero que sí das por supuestas para que tu propuesta se mantenga en pie. Pues te cuento que a esta silla le falta una pata y hace rato que nos venimos cayendo al piso en una caída que nunca termina de ser.

Hay que salir de esta encerrona, lo sé y quiero que vos también lo sepas. Pero para eso tenés que dejar de sostener esta ficción. A los alumnos y alumnas de Inicial y Primaria hay que formarlos como lectores literarios (no voy a discutir esto porque es central, importante, impostergable) pero no puede formarlos quien no es lector literario.

Estamos dando vuelta en círculos y tal vez la difícil salida empiece por hacer algunas renuncias. Sí, no puedo seguir sosteniéndote así. La manta es corta y si queremos tapar a nuestros alumnos de Inicial y Primaria y a nuestros estudiantes del profesorado al mismo tiempo, alguien se va a destapar, como ya te he reprochado en esta carta. Llegamos tarde a hablar de estas cosas tan importantes como formar lectores literarios en la escuela. Llegamos cuando ya no están dadas las condiciones. 

Siento que somos un poco Sísifo iniciando todos los días la misma proeza. Volviendo a empezar una y otra vez sabiendo, de antemano, lo que pasará en la mayoría de los casos.

Espero, al menos, tu sinceridad. En las escuelas nos decimos la verdad y eso nos permite avanzar y hacer los ajustes necesarios para seguir construyendo futuro. Quiero, querido Diseño Curricular de la Provincia de Córdoba, que nos digamos algunas verdades nosotros para seguir formando docentes que puedan poner en marcha aquello que les prometemos y en lo que creemos.

Anabella Díaz

Anabella Díaz es cordobesa nacida en las sierras. Profesora en Lengua y Literatura Castellana (UNC) y Especialista en Lectura, Escritura y Educación (FLACSO). Trabaja como docente en Nivel Superior y vicedirectora y docente de nivel medio. Se ha desempeñado como capacitadora en programas a Nivel Nacional y Provincial de alfabetización y didáctica de la lengua y la literatura. Sus hobbies son hacer trekking, leer, cocinar, ver cine y mandonear todo el tiempo a sus mellizos varones de casi 12 años.

Notas relacionadas