Enviado el 23 de octubre de 2022.
Oi, cómo va, tudo bem? Sí, sí, políglota ahora, a esta altura del año ya puedo hacer cualquier cosa. Sobre todo engancharme en actividades fuera del colegio. Con alumnos, of course. En estos días fui al Cementerio de la Recoleta.
y, en breve, a la Reserva Ecológica y a la confitería Las Violetas.
Ya sé, los sorprendí con lo de Las Violetas. Confieso que yo también me sorprendí, pero uds. saben que en literatura todo tiene que ver con todo.
A principios de año leímos un cuento de Hebe Uhart en el que un turista alemán recorre los lugares emblemáticos de Buenos Aires, va a bailar tango, camina por Florida, pasea por el Abasto y se toma una merienda en Las Violetas.
Entonces me iluminé y dije “chiquis, como cierre del año podemos ir a desayunar a la señorial confitería y disfrutar de su antiguo esplendor”. En realidad no hablé así, no soy tan engolada en el aula, pero creo que sí usé la palabra señorial. En algún momento quería llevarlos a un museo del fileteado o similar, cuando una chica me preguntó si el fileteado tenía relación con el corte de churrascos. Lamentablemente no encontré ningún lugar así, entonces me dediqué a circular con el celular por los bancos, con esta imagen:
Yo sé que se están preguntando por qué el newsletter tenía un nombre tan prometedor y estoy hablando de cualquier cosa. Calma, gente, todo llega. Suelo hacer lo mismo en clase, abro muchas ventanas a la vez y siempre están en danza tres o cuatro temas.
Todo este preliminar es para que admiren mi dedicación, que también incluye a veces _los domingos a la noche (la hora del corchazo mi amigo Jero dixit)_ buscar material, descargar videos, etc.
Uno de estos domingos me quedé descargando el video El empleo amén de la peli Tiempos Modernos, para sumar a la trilogía de visión desangelada del trabajo, junto con la obra que habíamos leído en clase, La isla desierta de Arlt. Enfatizo esto del domingo porque así se podrá entender bien mi estupor en el aula.
Estoy proyectando el corto mencionado y me doy cuenta de que nadie me está prestando atención, “vaya novedad” pensará más de uno. Bueno, a mí no deja de sorprenderme y de irritarme, sobre todo cuando estoy con material audiovisual. Recuerden que hice mi primaria y secundaria entre los 70 y los 80. En aquel momento, que nos hubieran proyectado una imagen inmóvil hubiera sido algo cercano al milagro, así que me cuesta mucho interpretar a estas nuevas generaciones para quienes un video de 10 minutos de duración es lo más parecido a un suplicio (Tik tok, ¿en qué nos has convertido?).
Sin frenar el video, noto que el centro de atención es Azul, que se está pasando un peine por el cuello. Ahí sí pongo Pause y digo, con un tono ya fastidiado “¿qué pasa?” “Nada, profe, Azul tiene un chupón y se lo quiere sacar, y así cómo está haciendo no es”. Bueno, mesa redonda acerca del chupón de Azul y yo todavía sin poder dar crédito a todo esto. “Chicos, yo estuve descargando material el domingo a la noche, pensando en estas clases y uds. están ahí en cualquiera. ¿les parece?” “Es que mire qué atrevida, profe, viene con el chupón y ahora se lo quiere sacar” dice Alex, mientras se para y quiere agarrar el peine para indicarle a la compañera cuál es la técnica adecuada. Obviamente que Azul le saca el peine de la mano y ahí hay un forcejeo.
Intervengo, muy a mi pesar, porque a esta altura la verdad que ya no me interesa nada. Por momentos hago un ejercicio mental de decirme “No, esto no está pasando, Lila, son ideas tuyas, estás muy estresada, muchas horas en la escuela”. Pero la batahola real me saca de mi diálogo interior. “¡BUENO, BASTA!, ¿CÓMO ES POSIBLE TODO ESTE DELIRIO?, ¡ESTAMOS EN LA ESCUELA, ESTÁN EN CLASE DE LENGUA, YO TRABAJO FUERA DE MI HORARIO BUSCANDO MATERIAL PARA UDS., PARA HACER LAS CLASES MÁS INTERESANTES Y NADA, REALMENTE NADA DE LO QUE YO PROPONGO TIENE SENTIDO!… me lamento frente a mis educandos, en plena crisis vocacional.
“No se enoje, profe” intentan calmarme algunos. “A mí no me diga, profe, es Alex que está molestando” me dice Azul. “Vos también tenés que ver con esto, primero venís con un chupón y te lo querés sacar en mi clase”. “Profe, yo ni me di cuenta cuándo eso pasó”.
ESI, teléfono.
“¿Cómo que no te diste cuenta, Azul?, bueno, más tarde lo hablamos bien”. A esa altura ya Chaplin, Arlt y los demás graciosos pasaron al olvido.
No sé si horas después, o días después, voy a otro curso, un primero esta vez, donde tenemos una parejita apasionada, que suele taparse con una campera y se besuquean en horas de clase… en fin, todo lo que cuento es verdad. Siempre charlamos con los otros profes y el preceptor acerca de cómo ponerles límites, sin sonar autoritarios, etc.
Llego al aula y veo que Joaquín ostenta sendos chupones en su cuello. “¿Qué es eso, Joaquín?” le espeto. Se sonríe y baja un poco la cabeza “Nada, profe”. En eso entra el preceptor, Camilo. Van llegando todos del recreo. Hay que esperar a que adopten el modo clase, así que un poco de paciencia.
Valeria, la novia de Joaquín, entra lo más campante, se sienta al lado de su muchacho, y continúan con los arrumacos. “Bueno, Valeria, estamos en clase, no empiecen” le digo. Y ahí nomás les suelto “Y qué significan esas marcas en el cuello del compañero, ¿qué pasa, estamos señalando territorio?”, nos miramos con Camilo y seguimos, a dúo “¿Uds. saben que a las vacas se las marca con un hierro caliente, para indicar que son propiedad de alguien?” y blablablabla. La parejita cada vez más avergonzada, y nosotros seguíamos. La impunidad del docente,
Sigue la clase, toca el recreo. Nos juntamos con Camilo y nos decimos “Che, estuvimos horrible”, él me dice “la pudrimos Lila, la re pudrimos”. Al rato “bueno, la verdad que no sé, ellos están todo el tiempo mostrándonos su intimidad y todo el año le estuvimos diciendo” “Sí, bueno, pero como que nos fuimos un poco al carajo, tendríamos que haberles hablado en privado, y además, qué sé yo, si fue consensuado, no sé si tenemos que meternos” “Estamos haciendo lo que siempre criticamos, creer que nuestras ideas y preferencias son la medida de todas las cosas”.
¡Qué duda cruel! Intervenir, no intervenir. Las palabritas que aprendí últimamente en relación a la docencia son “intervenir”, “articular”, “dispositivo” (ésa me encanta, la uso todo el tiempo), “me interpela”.
Vamos los dos, Camilo y yo, con la cabeza gacha, llamamos aparte a Joaquín y nos disculpamos. “Está todo bien, profes, no hay problema”, Joaquín siempre tiene una sonrisa para todo. Misma escena con Valeria, que se había quedado en un banco, retraída. “No es nada, profe, no estoy así por eso, es que estoy en una”. Traduzco para quienes estén algo alejados del mundo adolescente “Estoy en otra cosa, estoy con un quilombo”.
En otro momento le cuento a mi amigo Jero el episodio y le pregunto “¿te parece que hay que intervenir?” “Claramente no” me dice él. Yo ya me siento en el último círculo del Infierno.
Ahora ya es la tarde, estoy en modo preceptora y la madre de Clara, una alumna bastante aplicada de 4to año, me llama por teléfono. Me cuenta que Clara está distinta, que se pelean bastante, que está saliendo con un chico que conoció en las redes y que el otro día apareció con chupones en el cuello.
¡Basta! ¿Qué es esto, una cámara oculta? ¿Una jugada cruel del destino? ¿Existe el chupón en la quiniela? Lo tengo que jugar. Digo que es una jugada cruel porque yo detesto los chupones, siempre me han parecido una práctica… no sé cómo decirlo… SALVAJE, la barbarie absoluta. “¿¿¿¿Yísus, por qué te ensañas así conmigo???” clamo mientras retuerzo mis brazos en la preceptoría. La mamá de Clara quiere saber cómo están las notas y las inasistencias de su hija, y además, me pide que hable con ella por favor, a ver si la puedo hacer comprender los peligros del mundo.
El tema es que yo con Clara no tengo mucha confianza, es una chica más bien introvertida. ¿Cómo voy a caer así de la nada y hablarle de chupones? Esta profesión cada vez se acerca más al despropósito.
Finalmente hablo con Clara, sin mencionar la bendita palabra, y noto que está bastante triste por la actitud de su mamá. Me dice que el chico tiene solo dos años más que ella, que trabaja y estudia, que lo conoció en las redes pero es amigo de la prima, por eso le habló en instagram, y que la primera vez que se encontró con él fue en un shopping, y sus amigas fueron con ella y estaban cerca. Así que tan desprevenida no anda Clara por la vida.
Le mando un audio a la madre para tranquilizarla y me voy del cole, que gracias a Dios y la Virgen, ya son las 18.15 hs.
Llego a casa y está mi hijo frente al espejo del baño, pasándose un peine por el cuello. Me mira y me dice “Ma, ¿cómo maquillo esto que tengo que salir hoy?”.
Cerrame la 8, ya fue, no juego más.
Servicio a la comunidad: acá dejo un link que explica cómo eliminar chupones.
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