Rumiaciones de una docente en bicicleta - Por Lila Rucci - Febrero 2022
¿Días intermedios o inter-miedos?
¡Hola hola! En plan de regreso? Yo acá, palpitando estos días intermedios. Había un tema de The Cure con ese nombre, nunca supe lo que decía la canción, pero esa frase muchas veces se me viene a la mente en estos momentos de transición, cuando los últimos días de vacaciones son un compás de espera frente a la inminencia de volver a empezar, esta vez más temprano. Por un momento pensé que no y que, Covid mediante, me podía incorporar una semana más tarde. Esa semana robada a las vacaciones. Pero parece que en las altas esferas consideran que el Covid no te interrumpe nada. Así que esos siete o diez días que transitás en soledad parece que también se juzgan como una suerte de vacación interior. No quiero ya arrancar con una pálida, pero es insoslayable toda la covidización de la vida y además, I`m not the only one, ha habido casos en casi todo mi edificio, incluyendo el encargado, la mitad de mi familia y varixs colegas, todxs en la misma, en fin…Y qué se hace en estos días? Se lee algo, se chatea un poco y se mira mucha pero mucha tele, se piden recomendaciones a familia y amistades. Entre tanta serie y película llegué, sin darme cuenta, a El guardián invisible, y como quien no quiere la cosa me vi inmersa en la Trilogía del Baztán. Viste cómo es el tema con Netflix, primero no estabas ni enterada y después ya sos experta. En dos de las pelis está Leo Sbaraglia, que es garantía de algo bueno, y también Imanol Arias, mi viejo amor adolescente, allá por la época de CamilaAhora está canoso y un poco enjuto, pero sigue siendo Imanol (suspiro nostálgico).
Afiche de la película Camila (1984) de M. L. Bemberg
Las películas están basadas en las novelas de Dolores Redondo, una autora española. Acá les dejo el tráiler de la primera, a ver si lxs engancha como a mí.Lo que me atrajo de esta saga es el bosque. No sé si notaron que en varias películas o series aparece como escenario propicio para lo atemorizante. Me gusta eso, me resulta muy potente ver cómo continúa generando terror el bosque, como en los cuentos maravillosos recopilados por los hermanos Grimm o Perrault (Caperucita Roja, Blancanieves. Hansel y Gretel, Pulgarcito, La Bella Durmiente por citar los más conocidos). A veces es el mismo bosque el que provoca terror, y otras veces es algo que se esconde en él lo que asusta. Me parece fascinante que se mantenga intacto ese temor reverencial por las fuerzas naturales, como puede apreciarse también en series como la francesa La forêt, la polaca El pantano y la danesa Equinox, entre otras. Si bien en muchos casos, a las fuerzas naturales se suman otras fuerzas provenientes de la oscuridad humana, lo que infunde aún más espanto.
Imagen promocional de Equinox
Y ya que hablamos del terror y la emoción del miedo, esto es algo muy importante a tener en cuenta en la tarea docente, sobre todo pensando en Literatura. No es ningún secreto que la adolescencia es una de las etapas en la cual se consumen más historias de este género,que suelen ser las favoritas entre lxs estudiantes. Esta preferencia tiene que ver con la adrenalina y la intensidad de la emoción, como lo explica esta nota. Por eso muchas veces me han pedido en clase que leamos algún cuento que de verdad dé miedo. Ahí tengo que explicar que es bastante complicado en la actualidad competir con toda la tecnología audiovisual, mientras se está de pie, al frente del aula, en pleno día, simplemente con unos papeles y unas cuántas palabras desparramadas, sin imagen, sin sonido envolvente, sin música.Les he hablado del ritual de leer cuentos de terror a la medianoche, a la luz de las velas, en alguna casa apartada de la civilización. Cuento cómo eran las reuniones de Lord Byron, Polidori y el resto de la pandilla, cuando Mary Shelley ideó Frankestein, no sé cuánto puede de haber de mito en eso, pero suena convincente.
Casa donde se reunían Lord Byron y sus amistades a leer y crear historias de terror
En aras de vivenciar un poco de terror en plena jornada escolar, hace un tiempo llevé a un grupo de 1er año al salón de actos del colegio, nos subimos al escenario y nos sentamos en ronda. Todas las persianas metálicas estaban cerradas, y corrimos también el telón, de modo que pudiéramos obtener la mayor oscuridad posible en una mañana soleada (en un día lluvioso hubiera sido un hitazo). Había que hacer silencio mientras lxs que quisieran contaban alguna historia terrorífica. Durante la narración, esa persona se iluminaba con la linterna del celular. Aclaro que en los días previos habíamos leído en clase unos cuentos muy breves del escritor peruano Fernando Iwasaki, su antología Ajuar funerario. De acuerdo a una crítica, el autor “ha logrado concentrar en diez o doce líneas todo el escalofrío, la náusea y el desasosiego del género. ¿Es posible que los fantasmas, las pesadillas, los ritos y las supersticiones nos puedan seguir asustando en pleno siglo XXI?” No sé exactamente si los relatos asustaban, pero sí generaban cierta inquietud en la claridad del aula. Ya sensibilizado el curso con esta lectura, realizamos la actividad en el salón de actos que resultó bastante exitosa, más allá de tener que sofrenar a algunos compañerxs que se divertían en agarrar sorpresivamente a otrxs por las piernas o los brazos, para provocar algún que otro alarido de terror, pero bueno, es parte del condimento adolescente. El éxito de la actividad quedó confirmado cuando a fin de año recordaban aún la experiencia y me pedían repetirla. En tren de evocar secuencias conmocionantes entre lxs estudiantes, en unas de mis primeras incursiones áulicas, y para trabajar la ciencia ficción, se me ocurrió proyectar la película La mosca (1986). Sólo la inexperiencia podía llevarme a cometer semejante locura. La trama cuenta cómo un científico que investiga la teletransportación se va transformando paulatinamente en una mosca. A medida que en la pantalla aparecía Jeff Goldblum cargado de maquillaje y de una sustancia viscosa y desagradable, un par de alumnas empezaron a gritar en forma descontrolada, mientras varios compañeros no paraban de reírse. La clase terminó en un caos de altísimos decibeles. Agradecí internamente que en esa época la sala de proyección estuviera en el segundo piso de la escuela, y nadie podía escuchar semejante debacle.
Jeff Goldblum cuando comienza a ponerse desagradable
No hace falta decir que no volví a proyectar esa película, pero sí puedo garantizar que provocaba cosas.Siempre en la búsqueda de impactar a lxs educandxs, otro año leímos algunos cuentos de Poe. En realidad no leíamos en forma conjunta, sino que por grupo trabajaban distintos textos del autor. Debían leerlo, y después hacer una fotonovela basada en el relato. En ese momento los celulares sólo servían para hablar y mandar mensajes de texto, nada de imágenes, así que llevé maquillaje al colegio, una cámara de fotos y pedí que llevaran vestuario acorde. El resultado fue bastante divertido, ya que profesora y estudiantes _con apariencia fantasmal_ nos colábamos subrepticiamente en la sala de profes en hora de clase, es decir, cuando estaba vacía. Era uno de los mejores lugares, ya que sus muebles antiguos y las pinturas que la decoran bien podían pasar por una ambientación de Poe, y ahí montábamos alguna escena leída para fotografiar. En esa secuencia hubo más diversión que terror, aunque un alumno me confesó que había tenido pesadillas después de leer Berenice y había quedado muy impresionado con el asunto de los dientes.
Alumnas disfrazadas posando para la fotonovela del cuento de Poe La caída de la casa Usher
Ahora ya no busco tanto el impacto emocional de ese modo, pero siempre hago una encuesta a fin de año, para ver qué cosas funcionaron, cuál lectura les resultó más interesante. En 3er año ganó ampliamente Horacio Quiroga, que es inexorable como sus cuentos: La Gallina degollada y El almohadón de plumas siguen siendo tan efectivos como hace un siglo. En 5to año genera desconcierto y un poco de impresión Samanta Schweblin con sus relatos El cavador y Pájaros en la boca. Aquí me ven, nuevamente brindando al alumnado relatos oscuros, como hablábamos en el newsletter de la felicidad. Creo que está en mi naturaleza.No deja de ser interesante indagar sobre los miedos propios y ajenos, es un modo de conocerse. Y uds. ¿a qué le tienen miedo?DECÁLOGO DEL MIEDO□ A la oscuridad□ A la locura□ A la muerte□ A la vida después de la muerte□ A lo desconocido □ A la infancia como portal del Más Allá□ Al Diablo□ A la deformidad□ A los insectos y alimañas□ A lo viscoso/pegajoso