Rumiaciones de una docente en bicicleta - Por Lila Rucci - Noviembre 2021
¡¡ATENTI, ESTÁS NOMINANDO!! “El mundo era tan reciente que muchas cosas carecían de nombre, y para nombrarlas había que señalarlas con el dedo.” Cien años de soledad – Gabriel García Márquez |
¡Hola!, ¿cómo han estado con esta absurda torridez de octubre? Yo bastante bien, surfeando esta última parte del año, que se pone muy vertiginosa con entregas de calificaciones, jornadas varias, muestras y esas delicias de la vida escolar que vienen en simpáticas siglas, cual capsulitas: PIA, EMI, ESI, EPA, pepa… así hasta el infinito. Se infantiliza un poco la jerga docente, ¿no? A pesar del calor, le sigo dando a la bici, y ya saben que cuando una pedalea, barrunta misceláneas. Me estuvo revoloteando el problema del nombre, de la dificultad de nombrar, tener que ponerle nombre a algo nos hunde en un abismo. Paso a desarrollar. Desde hace años en el Ciclo Básico llevo adelante una secuencia didáctica muy bonita que oscila entre llamarse Mapa de Café (así la recibí, me la pasó un colega hace años, venía yirando por incontables reenvíos, no sé realmente quién es el autor, pero le agradezco encarecidamente desde estas ¿líneas? ¿renglones digitales? ¿caracteres? no sé bien cómo decirlo) y Territorio imaginario. Así bauticé a la reformulación que hice de la propuesta original, cosa de ponerle un título más ganchero, porque una siempre necesita llamar la atención de ese público cautivo y esquivo que suelen ser nuestros educandos. Sé que puede ser discutible que Territorio Imaginario sea más convocante que Mapa de Café, pero bueno, yo lo juzgué así. Como las actividades tuvieron buena recepción, después fueron plasmadas en un cuadernillo de Escuela de Maestros, así que pueden chusmearlas por acá, si les interesa. La secuencia consiste en realizar un mapa a partir de una mancha de café en una hoja en blanco. Cuando se seca, se remarcan los bordes, se le agrega color, y gradualmente toma cuerpo el Territorio Imaginario de cada estudiante. |
Estudiantes posando con sus territorios imaginarios. 1er Año, 2018, Colegio Sarmiento |
Una vez realizado todo esto, llega la hora de la verdad, porque es el momento de nombrar al territorio propio. Y ahí aparecen las caras de duda, desconcierto y desolación. ¿Cómo llamar a eso que es mío, una elaboración que debe surgir absolutamente de mi inventiva? Porque a partir de ahí, todo lo que escribirán sobre ese territorio proviene de su imaginación. Es verdad que está plasmado físicamente en esa hoja de papel, que aunque ya no es blanca, sigue provocando angustia, ahora es la angustia de la hoja en café. Y ni hablar si me pongo pesada y pretendo que se nombre a lo que representa la tierra, y lo que representa las aguas (los mares que lo rodean, los lagos interiores), los accidentes costeros (¿por qué ya no se da más ese tema en primaria? diría Facunda, y tendría razón, porque si no sabés lo que es una península, y no sabés lo que es una bahía, no podés disfrutar en su real dimensión de la metáfora de Miguel Cantilo en Catalina BahíaLabio sobre labio sobre labioy la península mía.Beso contra beso contra besoy tu bahía.) y cierro paréntesis.Como íbamos diciendo, la cuestión de nominar no es tarea sencilla. Pregúntenle a cualquiera que haya querido bautizar a su mascota (estuvimos toda una noche con mis hijos peloteando nombres desenfrenadamente, hasta dar con Salomón, que también es Salo, Monchis o Pocholis, según las circunstancias). Ni que hablar si se trata de decidir el nombre de un fruto de nuestras entrañas. Y acá sí la cosa se complica, porque en psicología se habla de que todo nombre implica un mandato, o al menos un deseo parental. No conozco en detalle la teoría, pero supe que existía una vez que había hecho un viaje bastante largo, y mi madre se lamentaba de mi supuesto espíritu aventurero. Una psicóloga amiga le dijo que en mi nombre de pila había un mandato, un deseo entrecruzado, Mi madre explicó que había elegido Lila para llamarme porque le recordaba el de una maestra muy buena que ella no pudo tener, y también algo en relación con el poeta ruso Mayakovski. No escribo poesía, pero estudié Letras, y no sé si soy buena, pero soy docente. Ok, mamá, ganaste.De acuerdo al psicólogo español Sergio García Soriano “Los nombres son la piel de las cosas. Es con lo primero que nos encontramos. En la relación social, el nombre envuelve a quien lo posee, y dependiendo del tipo de nombre que tenga va a generar una serie de expectativas y albergar determinadas connotaciones que van a definir parte de lo que los demás esperan de esa persona”. Me gusta esto de los nombres-piel, y entiendo la dificultad de lxs alumnxs a la hora de ponerle la piel a ese Territorio que acaban de crear. Para ayudar un poco en la tarea escribo en el pizarrón todos los planetas del sistema solar, también menciono a Plutón, aunque sé que cambió de categoría y se ha precarizado un poco, no termino de entender bien por qué, incluso comento que el nombre de Pluto viene de este pseudo planeta, porque el personaje fue creado en el mismo año en que fue descubierto el pobre planetoide. |
De los planetas saltamos a los dioses griegos y romanos, que son los que cedieron gentilmente los nombres a esta zona periférica de la galaxia. En algún momento abandono la geografía y recuerdo a mi propia asignatura, entonces vamos con los adjetivos (bosque Horroroso, Montañas Tenebrosas, Valle Miedoso, Isla Espantosa); los sustantivos abstractos (Cordillera de la Libertad, Continente del Engaño, el Desierto del Horror, la Tierra del Abismo), en esta categoría gramatical es un hitazo el Mar de la Tranquilidad (sí, como el de la Luna), hay varios territorios imaginados en mis clases que ostentan un mar con este nombre. A veces en el acto de nominar se pueden canalizar cuestiones anímicas (una chica habitualmente de gesto severo me muestra su mapa cuyo territorio abarca las regiones de Odio, Violencia y Espanto); otras veces la coyuntura se cuela en los mapas: la provincia del Patriarcado, en un trabajo de 2018, en pleno debate sobre el aborto; las identidades también contribuyen: País de La 31, Selva de Avellaneda, el Territorio de Boquita el Más Grande. Cuando intervienen los gustos personales pueden aparecer regiones como Justinlandia (en medio del fervor por Justin Bieber), o cualquier personaje de manga que no puedo reproducir ahora de memoria, quizá Naruto, o cualquiera del inefable Dragon Ball. En algunos casos toda esa información confluye y obtenemos una terra incognita rodeada de los mares Júpiter, Saturno, Libertad, Maldad y Bajo Flores. |
Para los espíritus muy dubitativos, temerosos de tomar la decisión, resulta muy útil animarlos con esta actividad de El nuevo Escriturón, Curiosas y extravagantes actividades para escribir, de Maite Alvarado y otros: “Igual a su nombre”, donde se propone inventar la descripción de ciertos lugares existentes, cuyos topónimos son bastante peculiares, teniendo en cuenta su significado. Entonces, ¿cómo será una ciudad llamada Fraile Pintado? ¿Todos sus habitantes son curas, y por alguna extraña razón, están pintados de pies a cabeza? ¿Qué sucederá en Venado Tuerto? ¿Estará poblada por mamíferos cuadrúpedos con cornamenta y problemas visuales? |
Esta consigna parece compartir la idea borgeana de que en el nombre radica la esencia. Recordemos el poema El Golem, donde Borges retoma un concepto de Platón:Si (como afirma el griego en el Cratilo)el nombre es arquetipo de la cosaen las letras de ‘rosa’ está la rosay todo el Nilo en la palabra ‘Nilo’.Y, hecho de consonantes y vocales,habrá un terrible Nombre, que la esenciacifre de Dios y que la Omnipotenciaguarde en letras y sílabas cabales.que en el diálogo platónico del Crátilo se expresa así:Sócrates.- Pero dime a continuación todavía una cosa: ¿cuál es, para nosotros, la función que tienen los nombres y cuál decimos que es su hermoso resultado?Crátilo.- Creo que enseñar, Sócrates. Y esto es muy simple: el que conoce los nombres, conoce también las cosas.¿Será esta idea de la esencia la que nos frena tanto en el momento de nombrar a algo o a alguien? Unas noches atrás me comentaba una amiga cuánto tiempo les había llevado a ella y su editor decidir el nombre de su libro de poemas, porque sentían que el del primer intento no había dado con la esencia del texto, y después de mucho esfuerzo habían podido llegar al que definitivamente contenía el libro todo, dejar la piel se llama. ¿El esfuerzo, el miedo, la duda, la demora en nombrar, tendrán relación con esta cuestión casi sagrada de llegar hasta el fondo de las cosas, como a tocar su alma? Tal vez por eso mis estudiantes, después de haber remarcado sus contornos y pintado con esmero sus mapas, suelen quedarse mucho rato con la mirada entre perdida y ensoñada. Quizá estén llegando, sin prisa y sin pausa, a la esencia de algo. |
Pildorita literaria |
Es hermosa la materialidad que tiene el nombre en algunos versos de Alejandra Pizarnik, los nombres son palabras/objeto que ocupan un lugar en el espacio, y nos dan refugio: Solo un nombre alejandra alejandra debajo estoy yo alejandra |
La jaula Afuera hay sol. No es más que un solpero los hombres lo miran y después cantan. Yo no sé del sol. Yo sé la melodía del ángel y el sermón caliente del último viento. Sé gritar hasta el alba cuando la muerte se posa desnuda en mi sombra. Yo lloro debajo de mi nombre. Yo agito pañuelos en la noche y barcos sedientos de realidad bailan conmigo. Yo oculto clavos para escarnecer a mis sueños enfermos. Afuera hay sol. Yo me visto de cenizas. |
Bueno, gente, me voy despidiendo hasta diciembre, que ya no falta nada. Veremos qué nuevos pensamientos se me vienen en estampida en estos últimos días del año, que si bien son la recta final y hay que duplicar el esfuerzo, tienen esa cosa de gran zanahoria vacacional que asoma en el horizonte y nos da energía. Vamos que falta poco, que ya llegamos, dejando la pandemia atrás. Nos leemos, Lila. |