La irrupción de ChatGPT a fines del año pasado parece desafiar -otra vez- a la escuela desde las nuevas tecnologías.
A mediados de los años ochenta las autoras de este texto éramos alumnas del Nivel Secundario y por esas épocas el debate en el ámbito educativo rondaba en torno a las videocaseteras (sí, ese vetusto aparato que ya no existe en casi ningún hogar) y la televisión en el aula. Existían por supuesto, quienes estaban a favor porque veían allí una posibilidad como recurso didáctico y quienes, desconfiados, miraban de costado el ingreso de estos simpáticos aparatos al aula.
Seguramente, queridos lectores, cada uno de ustedes estará haciendo memoria de situaciones similares que dividieron las aguas a lo largo del tiempo en las instituciones escolares. Sucede que cada vez que se suma al escenario educativo algún nuevo ingrediente allí estamos los docentes, listos para el debate y preparados para ubicarnos rápidamente en la vereda de los apocalípticos o de los integrados.
Este comienzo de ciclo lectivo nos ha traído un nuevo debate a las aulas a raíz de la difusión y uso masivo de los chats (GPT, BINchat u otros) con inteligencia artificial (IA). Recuperemos algunas cuestiones centrales sobre este espeso temilla. Dicen los que saben que el 30 de noviembre de 2022 (por estos lares ya estábamos terminando las clases) el mundo tal como lo conocemos cambió para siempre, porque fue ahí cuando la tecnología conocida como chat GPT se hizo abierta y gratuita. En cinco días la plataforma llegó de cero a un millón de usuarios, lo cual representa el tiempo más rápido en la historia de la difusión de este tipo de plataformas. A estos chats les podemos hacer preguntas sobre lo que sea y obtener respuestas completas sobre lo que se nos ocurra, y también podemos computarle información. Sus respuestas controlan la corrección política y se abstienen de sesgos sexistas, racistas y similares. Por otra parte, nunca otorgan idéntica respuesta a los usuarios frente a la misma pregunta. Según la especialista en negocios y tecnología Sofía Contreras, nos encontramos en un punto de inflexión semejante al que aconteció cuando internet se volvió mainstream, punto de inflexión cuyos resultados reales aún no podemos alcanzar a prever, aunque seguramente serán de magnitudes considerables para el mundo productivo, empresarial y profesional.
A esta altura se hace imperioso aclarar que no somos detractoras de los debates, de la discusión, del análisis, de confrontar ideas, en fin, de pensar y analizar. Tampoco tenemos una mirada apocalíptica sobre las innovaciones tecnológicas ni aceptamos fácil y rápidamente cualquier farol que parezca iluminar el horizonte educativo. No obstante creemos que, “a la hora de los bifes”, muchas veces nos quedamos atrapados en la discusión, seducidos por un discurrir que, paradójicamente, nos hace esquivar el carozo de la cuestión, lo importante, lo esencial.
Y, entonces, ¿qué es lo esencial luego de debatir si chat GPT (y sus variantes como BINchat) SÍ, o chat GPT NO / Si será el fin de la escuela o si la potenciará / Si es “el futuro” o es el tiro de gracia que nos hará agonizar hasta morir? ¿Cómo deberíamos posicionarnos como trabajadores de la educación? A continuación presentaremos un conjunto de orientaciones (discutibles, por supuesto) para docentes en el comienzo de este particular ciclo lectivo.
1- Introduzca el tema en su escuela con su grupo de colegas, proponga a los equipos de conducción la necesidad debatir las implicancias de esta transformación. Una encuesta realizada en la red social Twitter por una de las autoras de este escrito nos daba indicios para pensar que, hace un par de semanas, el debate no estaba demasiado instalado en las reuniones propias del inicio del ciclo, porque los mayores porcentajes de respuestas a la pregunta sobre la existencia de esta discusión en las escuelas se ubicó entre quienes afirmaron preferir hacer de cuenta que el tema no existe y quienes dijeron desconocer por completo de qué se trata la cosa en cuestión. Así es que lo primero que vamos a sugerir es Bájese ya mismo el chat y úselo Pasa que cuando desconocemos en profundidad la herramienta sobre la que estamos debatiendo corremos el riesgo de minimizar su potencia o sobredimensionarla de maneras erróneas. En estos días hemos escuchado “que ya había algo así”, “que no es la primera vez que la IA aparece asociada a tal o cual disciplina”, “que los estudiantes no la usarán”, “que es lo mismo que google o wikipedia” y otras expresiones que muchas veces dejan entrever que de chat GPT y similares, se conocen más rumores que hechos concretos. Recomendamos enfáticamente que, como docentes, le hagan preguntas al chat de sus disciplinas, fundamentalmente esas que ustedes solicitan a sus alumnos para hacer en el aula o en la casa.
2- El ChatGPT, ¿Puede hacer la tarea que en realidad deberían hacer mis alumnos? Supongamos que usted es profesor de Lengua y Literatura y quiere que sus alumnos aprendan a escribir cuentos de terror. Supongamos que les da una consigna en la que, a partir de tres elementos, deben armar una historia de terror, pues el chat hará un relato que se encuadra en el género respetando las consignas dadas. Supongamos que un profesor de Matemática quiere que sus alumnos resuelvan una ecuación pero que también expliquen el proceso que llevaron a cabo para arribar al resultado final, pues el chat también lo hará. Vamos con un ejemplo del área de Economía: le solicitamos que nos hiciera un informe sobre la importancia de la industria vitivinícola en la provincia de Mendoza y su crecimiento en los últimos diez años, también lo hizo. Finalmente (pensando en la formación docente) le pedimos que nos hiciera la fundamentación y objetivos para la planificación anual de una asignatura de Nivel Primario según los diseños curriculares de una provincia en particular y también la hizo. Estos son sólo ejemplos ilustrativos para mostrar que el tipo de trabajos que solemos pedir en el Nivel Secundario y en el Nivel Superior, los puede hacer este chat inteligente. Y cada vez los hará mejor.
3- Entonces… la didáctica: Si las tareas que pedíamos, de la forma en que las pedíamos, pueden ser resueltas por IA de maneras muy sencilla (sólo requiere que el alumno “corte y pegue” en el chat la consigna que le dimos) y veloz (tres o cinco segundos) pues entonces hay que revisar las formas en que planteamos las actividades. Aún las consignas complejas (o que asumimos complejas porque pensamos en un destinatario que tiene ciertos conocimientos y habilidades para resolver dichas consignas) pueden ser resueltas por este tipo de chats que, por otra parte, se van perfeccionando con el paso de los días (incluso le podemos pedir al chat que la respuesta imite el lenguaje de un niño de doce años, así que es prácticamente indetectable el origen). Convengamos también que pensar en variantes de las actividades que solicitamos tiene márgenes acotados pues siempre estaremos construyendo consignas, en el mejor de los casos, que interpelen a nuestros alumnos para que relacionen conceptos, pongan en juego el pensamiento crítico, resuelvan situaciones problemáticas, o sean creativos. En todos estos casos, el chat puede “pensar” por nosotros. Por estos días también hemos escuchado a docentes decir que “hay que hacer consignas más complejas, más creativas, más más más”… Queridos docentes, si nuestros estudiantes tienen severas dificultades para leer comprensivamente, para escribir con coherencia y cohesión y con voz propia, si les cuesta resolver situaciones problemáticas, la RECETA, ¿es hacer las consignas más complejas y creativas? Probablemente nuestros alumnos tengan aún más dificultades de las que ya conocemos. El chat GPT, no. Creemos que, al menos por ahora, el trabajo tiene que volver a hacerse en el aula, casi exclusivamente en el aula, con el acompañamiento y seguimiento del docente y sin intervención de celulares, sí, lo dijimos, sin celulares, volver al trabajo con el apunte, libro, carpeta, la lapicera y el estudiante. Es algo así como separar la paja del trigo, un back to basics escolar que ya supimos defender. Preguntémonos: en el cotidiano del aula ¿sabemos quiénes son nuestros alumnos sin el celular? ¿Conocemos cómo piensa, lee y escribe ese alumno sin que use el telefonito? Lo sabremos menos aún si usa un chat inteligente para contestar las actividades que le damos.
4- Lectura, escritura y chats inteligentes. En la base de cualquier actividad escolar, hay lectura y escritura. Todas las asignaturas se asientan, más tarde o más temprano, en mayor o menor cantidad, en momentos de lectura comprensiva y en momentos de escritura. TODAS. Tomaremos aquí la cuestión de la lectura y la comprensión porque consideramos que es la punta del ovillo de lo que queremos plantear. Según datos publicados en un informe de Argentinos por la educación en mayo de 2022 sólo 16 de cada 100 alumnos termina la secundaria en tiempo estimado y con resultados satisfactorios en Matemática y Lengua y más de la mitad de esos 16 alumnos, entre otras características, pertenecen al tercil de mayor nivel socioeconómico, asisten a escuelas privadas o tienen madres con educación superior. ¿Qué se evalúa, por ejemplo, en las evaluaciones en el área de Lengua?: comprensión lectora que contempla tres capacidades específicas: extraer —que implica la localización, recuperación y el reconocimiento de información local del texto—; interpretar —que conlleva a la inferencia de significados, integración y generalización para una reconstrucción global del sentido del texto— y reflexionar y evaluar (que implica para el estudiante tomar distancia de los textos y poder establecer relaciones y análisis con sus conocimientos previos y experiencia personal). Sus estudiantes, ¿pueden hacer esto con los textos que les dan? ¿Qué dificultades para leer comprensivamente presentan? Si no aseguramos que nuestros alumnos lean por sí mismos para resolver las consignas que les proponemos, a la lectura comprensiva “la harán” los chats inteligentes y las respuestas a las consignas, también.
5- El futuro no llegó… ¿Y el presente ya se fue? Finalmente queremos corrernos de los anuncios tales como: “pero es lo que se viene”, ” es el futuro”. O las experiencias que operan a modo de “casos testigo” y que sostienen con evidencia que “es el futuro” porque “mi primo y/o el hermano de mi cuñado” u otras variantes parentales trabajan con el chat inteligente como asistente en sus entornos laborales. A eso ya lo conocemos, sabemos que esa realidad existe. De hecho una de las autoras también tiene un pariente muy cercano que trabaja con el chat GPT de la mencionada manera. Pero nuestros alumnos son personas en formación que aún se encuentran dentro de la educación obligatoria y sólo muy pocos -según el informe que mencionamos más arriba sólo el 16%- culmina el Nivel Secundario con conocimientos suficientes en Lengua y Matemática. Este es nuestro presente. Un presente en el que nuestros alumnos deben aprender a LEER COMPRENSIVAMENTE. Deben escribir con autonomía textos con coherencia, cohesión y de complejidad creciente a lo largo de toda la escuela. Por nuestra parte, los docentes debemos enseñar y fortalecer la lectura comprensiva y la escritura por sí mismos. Nuestros alumnos deben poder escribir textos como estos. Aprender a preguntarle a chats inteligentes, puede esperar. Y probablemente no se necesite tanto nuestro apoyo en ese sentido. Por otra parte, no olvidemos que los docentes nos ajustamos a los diseños curriculares: ¿acaso estos documentos dicen que en la asignatura Comercialización el estudiante debe aprender a realizar una campaña publicitaria sencilla de manera autónoma o que debe aprender a pedir a la IA una campaña publicitaria sencilla ya realizada? ¿Debe el alumno de secundaria resolver un problema matemático por sí mismo o debe aprender a preguntar cómo se resuelve tal o cual problema matemático? Oh sí, son interrogantes que tendríamos que respondernos antes de recurrir rápidamente al mantra políticamente tan correcto que defiende la pedagogía de la pregunta.
6- ¿Y entonces, qué? En estas últimas semanas las instituciones educativas de diversos lugares del mundo como Francia o Estados Unidos se han hecho eco del ingreso de los chats inteligentes al escenario educativo y las posturas van desde la prohibición hasta la invitación a integrarlo al cotidiano escolar. Creemos que es central diferenciar si estamos discutiendo el uso del chat inteligente como un instrumento del docente para generar herramientas didácticas específicas, tal como lo plantea este documento que profundiza sobre un conjunto de opciones para el maestro, o si lo pensamos como una herramienta para que nuestros alumnos trabajen cotidianamente en la escuela. Si tomamos esta última opción, pues hay que delimitar con mucha precisión de qué manera esperamos que nuestros estudiantes usen el chat para resolver la consigna dada. No debemos olvidar que, en la gran mayoría de los casos, nuestras actividades suponen alguna instancia de lectura previa que los alumnos deben realizar y frente a esto, el chat inteligente no debería constituirse en el atajo para presentar la tarea hecha por el chat en vez del estudiante.
Queridos lectores, guardemos la ristra de ajo, el chat GPT está en todas partes, como la Matrix. Pero no entronicemos tan rápidamente a la tecnología y, en su lugar, pensemos, con honestidad brutal, en qué puede favorecer el aprendizaje de los contenidos que es nuestra obligación enseñar todos los días. Pensemos si las bondades que le vemos a la IA están más asociadas a mi rol docente y a las herramientas que puedo construir como profesional de la educación o a la posibilidad de que mis alumnos tengan el chat GPT en sus celulares para abordar el desarrollo de mis clases. Más allá de debates filosóficos sobre el porvenir, más allá de juegos de previsión sobre dónde estaremos en diciembre de este mismo año, el comienzo del ciclo lectivo 2023 requiere decisiones acotadas para el aquí y ahora que estén centradas en la realidad de lo que viene sucediendo en nuestras escuelas y con los aprendizajes que efectivamente logran o deberían lograr nuestros estudiantes en el contexto de los diseños curriculares vigentes.
Publicada el 27 de febrero de 2023