Rumiaciones de una docente en bicicleta.

Eterno resplandor de una escuela sin luz

Newsletter con demora

ACLARACIÓN PERTINENTE: Este newsletter fue escrito hace dos meses, y por múltiples razones no fue enviado cuando recién salió del horno. Por eso van a encontrar ciertas cuestiones de coyuntura que ahora pierden un poco de sentido. Pero como siempre, todo lo que cuento es verdad, que en esencia, es lo importante. Después de este excursus, los dejo con mi voz original de marzo. Finjan sorpresa, gracias.

Jalowwwwwwww tanto tiempoooooo!!!!! ¿Por qué la efusividad extrema? dirán ustedes, ¡tampoco es tanto vínculo!, unos newsletters de nada, apenas un año y chirolas, como diría mi padre.

Son tan fríos a veces…

Es que además de no haber escrito el newsletter, tampoco estuve yendo al cole. ¿¿¿por-qué/por-qué/por-qué???? les escucho mascullar con insana envidia.

Por esta sencilla razón:

¿No es terrible? Fíjense el detalle de las uñas pintadas, no obstante

¿Qué pasó?

Bien, transcurrida una semana del mentado regreso a la escuela, en esos días tórridos pero tranquilos… en el patio, una charla de vacaciones con un colega, algún bosquejo de una futura secuencia conjunta con otro… y así. Por las tardes nuestra indulgente vice nos dejaba retirar antes a los preces porque, francamente, no había un pomo que hacer. El período para rendir las materias adeudadas no había terminado y no podíamos adelantar nada ni con planillas ni con calificadores. Ustedes, docentes rasos, ignoran cuán vertebral es el calificador, ese cuadernillo delgado que parece un registro, pero no lo es (¡¡éste tiene las notas!!), y los preceptores abrazamos fervorosamente a fin de año. Se arman verdaderas batallas campales por esos dichosos documentos con la gente de Secretaría. Oh, es un mundo oscuro que agradecerán desconocer.

Hablando de desconocer, les paso un cronolecto hermoso. El año pasado llego al aula de un primerito y Morena me dice “Profe, ¿sabe que hace un rato nos desconocimos con Anahí?”, ¿”cómo que se desconocieron, si están las dos desde principio de año?” pregunto yo, estúpidamente literal. “No, profe, que nos enojamos un rato, después se nos pasó” me contesta ella con cierta ternura, y también con dudas “¿esta boluda me enseña lengua a mí?” debe haber pensado Morena.

Mis alumnos y yo tratando de entendernos

¡¡¡¡¡Cuánta dispersiónnnn!!!! Es que nos anduvimos desconociendo con la escuela, estoy aún en modo Vacación.

Les decía que transcurrió una semana de regreso, caluroso pero tranqui, y llegaba la Capacitación. Ojo, no lo digo con hastío, a mí me gusta la capacitación de Lengua, en general saco ideas provechosas, y además, ahí trabaja mi amiga Celia. Así que esa mañana me levanté temprano, teníamos la capacitación en una escuela de Retiro. Como era a las 9 hs, daba para pasear al perro antes de ir.

Salgo del ascensor con mi bestia de 47 kg, el portero (o encargado, según el nivel de actualización de habla políticamente correcta que manejes, yo todavía digo “bañero”, pero ya sé que es “guardavidas”) estaba limpiando, así que la entrada del edificio estaba abierta. Salgo fresca y radiante con las llaves en una mano y la correa medio así nomás en la otra. Salo olfateando el aire, midiendo su territorio, y un fatídico chow chow negro se avizora a pocos metros. Fueron 5 segundos de jauría desencadenada, y la tercera falange del dedo anular tolerando los tironeos de mi cancerbero. El chow chow y su dueña desaparecieron y ahí me quedé, mirando mi dedo exangüe y calibrando si iba a la capacitación y después a la guardia, o WTF. Opté por WTF y me fui a la guardia en el 103, previo entablillado de dedo con cinta de papel. Anular y meñique eran uno.

Usted es el culpable/de todas mis angustias/y todos mis quebrantos

Sala de espera, placa, fractura, “hay que operar”. ¿¿¿¿QUÉEEEEEEEEEEE????? Llamado telefónico a mis afectos al borde del llanto. Al final no había que operar, pero férula, reposo y a casita. Bueh, tanto como férula, una tira de metal con una bochornosa goma espuma, ponele.

Mientras tanto, Celia me mensajeaba “Lila, ¿te rateaste de la capacitación? te perdiste las medialunas

Así hablamos las docentes de Lengua entre nos

Así que medicina del trabajo, la médica dijo 15 días y ellos me dan 7. A la otra semana me dan 15 días más. Ergo, 3 semanas sin ir al cole.

¡Ah, esto es joda! Dirán uds, cuando sepan que mi mano mocha es la derecha y soy zurda. Conste que yo le dije al segundo médico que me atendió de mi condición (¿es una condición ser zurdo? Todavía hay gente que se asombra cuando me ve escribir y preguntan “¿cómo hacés?” IN-CRE-Í-BLE).

No se atrevan a insinuar que me dediqué al dolce far niente en mi casa, cuando en la ciudad la temperatura estaba (todavía está ¡Yísus!) a 500 grados Celsius y Farenheit sumados. No, no, no. Me dediqué a responder mensajes de wasap, sobre todo en mi carácter de preceptora, no tanto de profe. Y de referente de Alumnas madres. Estudiantes que en tiempo récord aprobaron 9, 7, 5 materias, y yo reenviando trabajos prácticos y tratando de que alguien, allá en la lejanía, pasara las notas al mencionado calificador, porque si no, NADIE PASA DE AÑO. Les dije que era importante el coso ése.

También me dediqué a ordenar mis papeles y tratar de tener el año medianamente planificado. Ya sé que hay que entregar una planificación del año al comienzo del ciclo lectivo, pero you know, muchas veces hago caso omiso. Hay secuencias que están buenas y funcionan, pero me las olvido, hay cuentos que los doy algunos años y después me aburren, hay cosas que en el 2012 andaban sobre ruedas y hoy son un perno. ¡Yo qué sé! Todo es tan dinámico, la vida fluye…

Debo admitir que holgazaneé un poco y me vi dos temporadas de The Nanny (no necesita presentación, pongo una imagen porque soy fan); y la temporada completa de Outlier, una serie policial noruega que no es lo más, pero tiene el suficiente grado de retorcimiento (¡qué oscuros son los nórdicos!) y de paisajes nevados como para entretenerte durante una licencia médica con ola de calor incluida.

Escucho la música y ya me pone de buen humor
Miren toda esa nieve…

Y otra cosa que me tuvo entretenida es intentar pegar el salto al terciario. ¡Cuánta audacia! Sí, quiero ser profes de futuros profes, quiero sacar un poco la cabeza de la Secundaria, es decir, no estar todo el santo día acá, es decir, allá (todavía no pude volver a la escuela, ahora les cuento por qué).

Bueno, no los voy a cansar con esto, pero estuve días y días armando programas para postularme, y llevando carpetas de 3 solapas para todos lados. Frente a esa chorrera de requisitos, mi título universitario y mis 15 años en el aula quedaban muy deslucidos. Deseenme suerte.

Pero ayer era el día en que finalmente me reincorporaba. Ya tenía armada la clase de presentación con 3ro. Leer poesía y dejar fluir un poco. Llego a media mañana, enarbolando feliz mi mano vendada. Me venía bien estar una semana más con la férula, eso daba veracidad a mi relato y alejaba las suspicacias. Pero hete aquí que el hall estaba en penumbras y, a pocos metros de la vicerrectoría en una mesa improvisada estaba Susy, la jefa de preceptores, con dos o tres profes tomando mate. Y nada más. Eso era todo.

Yo me había imaginado un regreso con gloria y la cruda realidad me deparaba esa última postal del naufragio. El patio vacío, la persiana del kiosco baja. ¿Qué onda? ¿El Apocalipsis? Chequeo el celular y ahí,mensajes varios. Mi amigo Jero diciendo “se cortó la luz, no hay agua, NI VENGAS”. ¡Oh! Una pone su empeño en empezar el año de un modo espectacular, melodramático, ¿y Edesur nos devuelve esto? O Edenor, no sé bien la distribución de responsabilidades. ¿Mi dedo quebrado al pedo? Me quedo mateando, contando mi epopeya a un número reducidísimo de oyentes. A los antiguos juglares no les acontecía esta pedorrada. Me siento estafada.

Departimos un rato más, a ver qué pasa en el turno tarde. En eso aparece un misterioso Arquitecto, que saca fotos y dice que hay que poner no sé qué bomba. Hay que esperar hasta las 12.15, horario en que los Arcanos decidirán si se levanta el turno o no. SE LEVANTA EL TURNO TARDE. ¡Albricias! (Bueno, ¿qué quieren? A esa altura yo había perdido ya todo el impulso, hacía 40 grados a la sombra y mi comedor con ventilador de techo era muy seductor).

Vuelvo a casa, por suerte viajo sentada en el subte (no pretendan la bici hasta que no pueda aferrarme al manubrio como corresponde). Me entero por wasap que el turno noche funciona con normalidad, así que conjeturo que al día siguiente me encontraría finalmente con mis educandos de 2023.

Hoy llego al cole 7.40 y, un poco más de gente, pero lo mismo que ayer. La bomba del Arquitecto hizo cortocircuito. Todos a casa. ¡¡Pero puta madre, qué esquivo el éxito!! Ya a nadie le importa mi mano. Y yo no termino de arrancar. Tenía las mejores intenciones para el inicio de este año, pero no sé, algo me dice que éste no será como cualquier otro.

Esperando la orden en el grupo de wasap, a ver qué les decíamos a los estudiantes del turno tarde. Oficialmente no podíamos decir que no fueran al cole (no me pregunten por qué, si algo aprendí siendo preceptora es que nada tiene mucho sentido). Parece que el hecho de no tener luz, y por ende, tampoco agua, es algo que no puede ser expresado en forma oficial.

Me harté de la espera y usé el antiguo Potencial, hoy llamado Condicional “Parecería que no hay clases”. Nadie me podrá acusar de que yo afirmé que no hay clases. Subterfugios, licencias, bellezas que nos brinda el lenguaje. ¿Quién dice que ser profe de Lengua no es un oficio pletórico de adrenalina?

Bonus track de recomendación: el título de esta entrega es un parafraseo de la bellísima peli Eterno resplandor de una mente sin recuerdos que recomiendo fervorosamente, tengan o no conflictos amorosos.

Enviado el 10 de mayo de 2023.

Lila Rucci@lilavrucci

Lila es Profesora de Lengua y Literatura, egresada de la UBA, preceptora, tutora, referente del Programa Alumnxs madres, padres y embarazadas y referente ESI de una escuela media de CABA.

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