Fuentealba: la invención del mal docente

Ilustración: Santiago Quintero IG: @sanquinter

La muerte de Carlos Fuentealba no fue producto de una represión con el fin de despejar ese tramo de la ruta 22, la decisión fue la de imponer una narrativa inflexible y manodurista en el campo de las representaciones, lo que trajo a cuestas un daño irreparable, que 15 años después sigue manifestandose a lo largo y ancho del país.

Carlos Fuentealba se levantó temprano aquella mañana del 4 de abril de 2007. Sandra Rodríguez, su compañera, no lo escuchó salir aunque ambos habían acordado como sería ese día: esta vez ella se quedaría con sus hijas Ariadna y Camila, y Carlos iría a protestar en el corte de Arroyito, pegado a la localidad de Senillosa. Luego se reencontrarían en casa a media tarde.  

Edgardo Pino venía cubriendo para Radio Lu 19 de Cipoletti el largo conflicto entre la provincia y la Asociación de Trabajadores de la Educación de Neuquén (ATEN). Esa mañana no fue la excepción, con sus elementos de trabajo también se hizo presente desde temprano en la ruta nacional 22. Quince años después hilvana los hechos como fotogramas, construye una cronología emotiva y detallada. Cientos de docentes, en su gran mayoría maestras, caminaban juntas por la vera de la ruta aproximándose al punto de encuentro. Un termo con algo caliente, un bolsito y no mucho más. Edgardo caminaba a la par, escuchando, mirando cómo se iba armando la escena. Del otro lado la formación policial, más numerosa que otras veces, con la orden de provocar lo que después se supo públicamente: una acción ejemplificadora.  

“Si no se van por las buenas, se van por las malas”, escupió el Mayor Mario Rinzafri minutos antes del “lanzamiento”. Rinzafri, quien diera la orden aquella mañana de abril, continúa imputado en la causa Fuentealba II. Con el puente de Arroyito a un lado, sobre el canal de riego que viene del Limay, se desató la represión. Un pelotón disparó decenas de gases lacrimógenos y en minutos lograron desarmar el intento de corte de ruta. Entre los gritos y el desbande, la conducción del gremio pidió a sus compañerxs retirarse dada la ferocidad del embate policial. La última escena fue la cacería premeditada que terminó en un día negro para la democracia argentina: un maestro asesinado a cielo abierto, a quemarropa. 

“Yo estaba a 100 metros de ese Fiat 147 blanco que se distinguía de los otros autos por el humo. Me fui acercando pensando que era el motor, que había que ayudar. Cuando llegué vi a un hombre empapado en sangre. Un médico intentaba socorrerlo, el tumulto y la desesperación no me dejaban entender del todo lo que pasaba. Le habían vaciado parte de su cabeza. Yo no sabía quién era, ese hombre era Carlos Fuentealba”, recuerda Edgardo.   

Mauricio García en aquel entonces hacía cobertura en LU5, la radio más importante de la provincia. En los días previos, desde la emisora líder en la provincia, la línea editorial amplificaba la estrategia del entonces gobernador Jorge Sobisch: infundir el miedo. No se trataba específicamente de disuadir el corte de ruta, sino de proyectar un perfil de estadista; se trataba de amedrentar a lxs manifestantes, con la decisión ya tomada de zanjar toda posibilidad de una mesa de diálogo por lo sueldos congelados.   

De aquellos sucesos, en relación al último tramo de la represión, a Mauricio García le quedó grabada una escena “los docentes de espaldas, nunca de frente. La ruta llena de vehículos, porque ya habían liberado el tránsito. Los docentes se estaban yendo. El ataque de Darío Poblete se dio en un contexto de retirada, a traición, de gente caminando y en vehículos yéndose a Senillosa. La muerte se dio en un contexto represivo de una marcha que ya estaba terminada”.

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Fany Mansilla, vocal de ATEN, recuerda lo que vino después: “apenas había terminado la represión, en la sede del sindicato, empezaron a llamar todos los medios nacionales. Con enorme dolor no dábamos abasto. Vino un móvil de CNN y se instaló enfrente de la Casa de Gobierno. La cobertura duró semanas”.  

El diario La Mañana de Neuquén, previo al 4 de abril, trabajó minuciosamente un escenario de conflicto donde había buenos y malos. En aquella disputa salarial del 2007 el libreto de Sobisch tuvo a los jefes de redacción del diario dedicados a la labor de horadar el reclamo. En ese mismo año, La Nación impulsaba con entusiasmo la carrera presidencialista del gobernador, con la deferencia de, como afirma Mariano Denegris en un artículo reciente, aclarar ideológicamente el sentido de los dos polos surgidos del sur: uno de centro izquierda, por Néstor Kirchner, y uno de centro derecha. Lo que vino después fue, cuenta Fany Mansilla, también un giro drástico en el comportamiento editorial. Los medios cercanos al gobierno provincial acusaron recibo del impacto y vieron cómo se nacionalizaba la cobertura a una velocidad inesperada. En el mismo sentido Mauricio García recuerda “los días posteriores fueron de tal confusión y de conmoción social que de alguna manera nos dejaron hacer”. 

“Corte, desalojo y un herido grave” decía la tapa La Mañana de Neuquén el 5 de abril, en un intento último de minimizar y presentar inconexos, sin responsables, a los hechos. “Desalojo violento: agoniza un docente”, titulaba el otro diario líder de la región. La estrategia era la misma.

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En otros conflictos de agenda pública donde no hay muertes, donde se discuten paritarias en los canales de TV, la tarea de construir una idea generalizada sobre los sindicatos es acción estratégica del gobierno y tiene por propósito condicionar la negociación salarial. A la pulseada del salario docente se le suman otros dos reclamos históricos: formación laboral e infraestructura. Esta triada de responsabilidades estatales generalmente no es saldada en los términos propuesto al inicio del conflicto, pero las aulas terminan abriendo sus puertas lo mismo. El financiamiento se completa con otro asunto, que no aparece escrito en ningún acta firmada por las partes: el campo simbólico, la representación docente. La disputa del salario no es “el salario en sí”, sino la “condición salarial”, lo que conlleva un proceso de filiación y de reconocimiento social de un trabajo complejo en lo que respecta al mercado laboral. La dignidad de unx trabajadorx excede al salario -aunque esto sea central-; el reconocimiento, el estatus histórico, la relación con el saber y también con la sociedad hacen a la narrativa del colectivo. Del lado opuesto, la fuerza gobernante opera en la misma arena: no se trata solo de resolver un problema salarial, se trata de construir un sentido político alrededor de la disputa. Pacho Reydó, docente porteño y ex detenido durante la última dictadura militar en nuestro país, sostiene justamente que “la paritaria toma diferente color según el gobierno que tenés enfrente”. En ese sentido, es evidente que no todos los gobiernos se juegan lo mismo en esa arena simbólica de la discusión salarial. 

La cobertura mediática juega en tándem, generalmente, con la fuerza gobernante. De esta manera, el periodismo avanza a campo traviesa sobre las representaciones, proyectando una imagen sobre el mundo escolar y sus actores/actrices. Cuando la paritaria alcanza el pico de cobertura, se apela a la sentencia de madres y padres, quienes son invitados a juzgar el comportamiento de los sindicatos. El interés común que prevalece en los estudios televisivos es el de las familias, ese terreno arado de representaciones no es sino una controversia política, donde el rol del docente se pone en revisión ante los ojos de una sociedad que opina y espera (el retorno de las clases).  

El interés común que prevalece en los estudios televisivos es el de las familias, ese terreno arado de representaciones no es sino una controversia política, donde el rol del docente se pone en revisión ante los ojos de una sociedad que opina y espera (el retorno de las clases).  

El interés común que prevalece en los estudios televisivos es el de las familias, ese terreno arado de representaciones no es sino una controversia política, donde el rol del docente se pone en revisión ante los ojos de una sociedad que opina y espera (el retorno de las clases).  

Otro aspecto que sobresale en un contexto paritario, y que se incluye en el campo del imaginario social, es lo que el historiador Javier Trímboli llama “la idea de conflicto como mera disfuncionalidad”. Esa normalidad que se instala desde los grandes centros de información vendría a ser la ruta despejada, las escuelas abiertas. Ahora bien: no es tomado en el plano de la “funcionalidad” que el sueldo sea digno y acompañe, al menos, el ritmo inflacionario. Esa construcción de sentido, donde el conflicto es condenado, tiene un marcado sesgo ideológico. En Neuquén, el corte de ruta tiene, además de Fuentealba, otra muerte emblemática, la de Teresa Rodríguez en 1997. En nombre de esa funcionalidad se han perpetrado una buena parte de los hechos trágicos de la historia argentina.

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En la apertura de sesiones bonaerenses de 2018, la entonces gobernadora María Eugenia Vidal se refirió a la toma de rehenes que sufrían las familias de la provincia. El mascarón de proa de la discusión no era estrictamente salarial: la entonces gobernadora elegía a Roberto Baradel como su oponente público. Pero Baradel resulta más que un nombre propio. Un fenómeno particular de la profesión docente es el del todo por las partes. La crítica mediática en estudios de TV o editoriales dominicales al desempeño del dirigente es siempre un tiro por elevación a la comunidad educativa. Esta pluralización trasciende el formato televisivo. Cada vez que una disputa —sindicato y gobierno— se vuelve tema de agenda, se pasa a revisión la idoneidad del colectivo y por efecto transitivo, la consistencia de la labor diaria de lxs trabajadorxs de la educación. Nunca está de más recordar que en el medio está la enseñanza de niñxs y adolescentes, lo cual hace más dramático el tono de las disputas.

El nivel de confrontación con los sectores docentes durante 2018 arrojó un diagnóstico negativo en los focus group, formato predilecto de Cambiemos para medir el clima social. La apertura de sesiones del 2019 no sólo no contó con la clásica demonización contra el barbado conductor de SUTEBA sino que tuvo un hecho un tanto particular. En pleno palacio legislativo, Vidal le pidió perdón a los docentes “si en algún momento sintieron que nos equivocamos”. A priori impensado, coyunturalmente deducible: la gobernadora había perdido esa batalla por la representación, lo cual no fue “levantado” por ninguno de los grandes diarios nacionales. 

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El caso Fuentealba, que aún no tiene condenados intelectuales, acabó con el advenedizo sueño presidencial de Jorge Sobisch. En una entrevista, años más tarde, se refirió a las consecuencias de lo sucedido “yo medía 15 puntos y a partir del tema Fuentealba pasé a medir 1,5. Hice toda la campaña sabiendo que medía eso pero quería decir mi verdad”. 

Aquella mañana del 4 de abril el intento frustrado de corte de ruta duró poco más de una hora, a eso de las 9:30 el trabajo de las fuerzas de seguridad ya estaba hecho. La muerte de Carlos Fuentealba no fue producto de una represión con el fin de despejar ese tramo de la ruta 22, la decisión fue la de imponer una narrativa inflexible y manodurista en el campo de las representaciones, lo que trajo a cuestas un daño irreparable, que 15 años después se resignifica de muchas maneras, a lo largo y ancho del país. 

La publicación de este texto forma parte de una alianza entre Revista Plaza y Gloria y Loor.

Publicada el 7 de abril de 2022.


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Iván Stoikoff@SuburbioPedago

Nació en abril de 1985 en Buenos Aires. Es maestro. Trabajó en comunicación muchos años. Editor por deformación profesional y escritor a la deriva. Ex jugador juvenil de San Lorenzo de Almagro. Escribe sobre pedagogía y políticas educativas en distintos medios digitales y gráficos. En Twitter es: @SuburbioPedago.

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