Rumiaciones de una docente en bicicleta.

La felicidad ja ja ja ja

Rumiaciones de una docente en bicicleta - Por Lila Rucci - Diciembre 2021

Hola, cómo dicen que les va? ¿Ya están jingle bells jingle bells? Yo ansiando que todo esto  termine, para hacer una maratón de películas navideñas en ese portento de canal que es Studio Universal, donde podés estar de la mañana a la noche disfrutando de títulos tales como Descubriendo la Navidad, Encuentro de Navidad, Canción de Navidad… y todas las variantes posibles entre la Navidad y el universo. Y lo hace más disfrutable el hecho de que cuánto más calor hace en mi departamento, más nieve y pulóveres coloridos hay en pantalla, en ese contraste reside el verdadero placer.
Programación de un día cualquiera de Studio UniversalProgramación de un día cualquiera de Studio Universal
Pero como no todo el año es Carnaval, y tampoco Navidad, vamos a lo que realmente nos convoca. ¿Será aula dulce, será aula salá? Yo creo que está a mitad de camino, porque surge de un reclamo estudiantil, pero sirve para la introspección y la mirada en el quehacer didáctico.¿De qué estoy hablando? se preguntarán, ¿adónde nos lleva con todo esto, de la navidad a la didáctica? Es como si me hubiera empantanado con la bicicleta, y sólo pudiera pensar girando en círculos. No, no, no, no, ahí llegamos.En varias cursos, pero en un 3er año en particular, lxs estudiantes solían quejarse: “profe, en tus cuentos siempre hay alguien que se muere, o pasan cosas malas”, “¿por qué elegís esos cuentos, profe, por qué no leemos uno de chistes?” El reclamo era válido, pero me sumergía en un mar de angustia (sí, tiendo a la exageración, lo sé).
¿Sólo les daba a leer a mis alumnxs cosas tristes? ¿Les mostraba la peor cara de la vida? Eso lo pensaba para mis adentros, pero en clase respondía muy suelta de cuerpo “Si no pasa algo malo, no hay nada que contar, ¿o sí?”, “¿les parece interesante un relato en el que todo esté bien y no ocurra nada? ¿a quién le importaría algo así?” Se me quedaban mirando y no seguían la conversación. A lo sumo alguno agregaba “uno de chistes leamos, profe…” y ahí quedaba la cosa.Después de la preocupación vino la pregunta: ¿es narrable la felicidad?, y entonces comenzó la búsqueda. Obviamente que yo no había descubierto la pólvora y ya otros se habían encargado de pensar al respecto.Para indagar un poco en los problemas que acarrea narrar la felicidad resulta muy interesante lo que plantea este video. Si bien habla de muchas cosas, básicamente la pregunta fundamental es si es posible la felicidad en la narrativa (tanto en literatura como en cine), es decir ¿la felicidad puede estar en el centro de la narración, y no en el comienzo antes de que ocurra el conflicto que desequilibra esa felicidad inicial, o en el final del relato como consecuencia de la resolución de las dificultades presentadas a sus protagonistas? Considerando que hay relato cuando un personaje quiere algo y para lograrlo debe sortear ciertos obstáculos, claramente deben ocurrir cosas negativas, que le imposibiliten no en forma permanente, pero sí en gran parte de la historia alcanzar su objetivo. También es interesante la analogía que hace entre la felicidad con una foto (algo inmóvil), mientras que las fuerzas que colisionan entre el deseo y el obstáculo son dinámicas, y armarían la película, en contraposición con esa foto. Después toma conceptos del psicoanálisis y comenta que no sabemos lo que deseamos, pero nuestra vida cobra sentido cuando luchamos para obtener aquello que anhelamos. El conflicto mueve la narrativa porque mueve la vida misma, los momentos felices son esquivos a la representación.Continuando con la búsqueda, recalé en el blog Mondo Escrito y encontré esta sabia reflexión: El prestigio de la infelicidad como fuente de inspiración literaria cuenta con una vastísima tradición en la que no faltan obras maestras. Ya lo escribe Tolstói al comenzar Ana Karenina: “Todas las familias felices se parecen; las familias desdichadas en cambio son desdichadas cada una a su manera”. Está bien, caí con artillería pesada para argumentar por qué les doy a mis alumnxs historias trágicas, o al menos tristes. Pero eso me llevó a revisar un poco el corpus de los textos que aparecen en las antologías que llegan al colegio, o que se incluyen en los manuales. Y noté que hay una tendencia a incorporar material que muestra la mirada más desangelada del mundo. No estoy poniendo en tela de juicio la incuestionable calidad literaria de esos textos, pero si sobrevolamos la profunda tristeza de Es que somos muy pobres Nos han dado la tierra (Rulfo), el desasosiego que provoca La tristeza (Chejov), la crueldad de la diferencia de clases plasmada en La fiesta ajena (Heker) o en La ballena azul (Tizón), la dureza del trabajo rural en Los ojos de Celina (Kordon), las amistades traicionadas en El marica La madre de Ernesto (Abelardo Castillo) por citar algunos de los textos que he trabajado en mis clases, como así también muchos colegas podemos ir bosquejando cierto recorrido apesadumbrado, por buscarle un calificativo rápido.
Le confié mis cuitas a mi amigo Manuel y llegamos a la conclusión (en realidad él llegó más que yo, pero bueno, fui su interlocutora válida) de que en parte esta tendencia podía deberse a la caída de las grandes utopías revolucionarias. Las pedagogías críticas, que habían comenzado a despuntar en los `60, en el contexto de la Revolución Cubana, las independencias de Asia y África, la guerra de Vietnam, el hippismo, el Mayo Francés, alimentaron al sistema educativo. Pedagogías como la de Paulo Freire, cabalgaban sobre ese ideario, y se hablaba de forjar el espíritu crítico de lxs estudiantes. En pos de esta crítica social es que se seleccionaron corpus literarios que muestran la desigualdad y las injusticias del mundo. Una vez caída la utopía socialista, todo ese impulso emancipador quedó flotando en una suerte de vacío, pero se continuó con la inercia de la mirada oscura, ahora sin un final redentor. No digo que no se deba abordar en la escuela esta realidad ominosa, pero creo que a veces sobreabundamos en ella, y quedan de lado otras posibilidades. Caído el afán revolucionario, toda esa energía, ¿hacia dónde dirigirla ahora? ¿qué textos, qué experiencias estéticas podemos brindar a nuestrxs estudiantes? ¿sólo hay sordidez y miseria en este mundo? Y volviendo al tema de la felicidad ¿hay lugar en la escuela para mostrar un lado más luminoso de la vida y que eso no implique algo ñoño o aburrido?Ésa es la gran pregunta. Intentando dar un golpe de timón me volqué a la comedia de enredos. Ya que uno de los contenidos habituales es el género dramático ¿por qué no dirigirnos hacia ahí? ¿por qué no equilibrar un poco la balanza? Al fin y al cabo la vida se trata en realidad de eso, aula dulce aula salá. Pensé en comedia de enredos porque de niña disfrutaba mucho del ciclo de Darío Víttori, episodios que hoy se pueden rastrear en el canal Volver, pero son definitivamente in-vi-si-bles por los chistes anacrónicos, los decibeles y la longitud de los parlamentos, entre otros detalles. De todos modos, cuando supe que este género existía ya entre los romanos, la existencia de Plauto atenuó mi malestar por esa inclinación vergonzante.
Convencida de que iba por buen camino, di hace un par de años la obra de Oscar Wilde La importancia de llamarse Ernesto, donde podemos encontrar una historia que incluye amor, equívocos y grandes secretos develados al final, todos estos condimentos macerados en la fina ironía del genial autor irlandés. Me dije “Bueno, con esto me cubro de gloria”, no van a poder decirme que alguien muere (perdón por el spoiler, pero no hay muertes acá), finalmente estoy dando algo con humor y otros argumentos que me entusiasmaban.No fue grata mi sorpresa cuando me di cuenta de que tenía que explicar cada chiste (con lo cual dejaban de ser chistes y resultaban absolutamente tediosos), había que reponer demasiado ciertas costumbres de época y todo se tornaba cada vez más tortuoso. “Siempre una buena muerte requiere menos explicaciones” concluí con una sonrisa amargada.Y volví a dar La isla desierta (Roberto Arlt), gran obra que una vez más nos arroja a la visión desencantada y oprimente del mundo, que es una constante en este artista.No quiero yo también caer en que dado que la felicidad no da demasiado material narrativo, necesito, para hacer rodar este newsletter, ofrecer una imagen poco alegre de las aulas. Tampoco significa que voy a dejar de lado mi búsqueda de otros posibles textos que no proyecten sólo lo gris o negro de la existencia. Me parece que el motor de las clases en parte está en esa búsqueda, así como planteaba el video citado al comienzo: No sabemos lo que deseamos, en realidad no queremos tanto conseguir lo que deseamos, sino luchar para obtenerlo, y en eso se nos va la vida. Por eso la narración de la felicidad ya conseguida no es interesante, ya está dada, y no hay nada que contar. Les advertí que esta deriva iba a desembocar en la introspección y la mirada en el quehacer didáctico.Empecé Jingle bells jingle bells con maratón navideño y terminé con terrible planteo ontológico. En fin… así es Aula dulce, aula salá, quedó salá salá este fin de año.
PILDORITA LITERARIA
No obstante todo lo dicho anteriormente, si de verdad quieren sentirse acongojados, no dejen de leer Macariode Rulfo.¡Hasta el año que viene!
No obstante todo lo dicho anteriormente, si de verdad quieren sentirse acongojados, no dejen de leer Macariode Rulfo.¡Hasta el año que viene!
Lila Rucci@lilavrucci

Lila es Profesora de Lengua y Literatura, egresada de la UBA, preceptora, tutora, referente del Programa Alumnxs madres, padres y embarazadas y referente ESI de una escuela media de CABA.

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