Rumiaciones de una docente en bicicleta.

La intensidad

Rumiaciones de una docente en bicicleta - Marzo 2022

Hola nuevamente. Ya en marzo… y sí, otra vez arriba de la bici, otra vez el aula, el patio, las actas, las planillas, la conducción, los pibes y pibas dando vueltas, saludos, reencuentros, cafecito, qué tal las vacas, ah sí, yo también tuve covid en enero, la playa, las sierras, la capacitación, que virtual en casa (es decir, mate y piyama), que virtual en el cole (¡con qué necesidad!). La escuela ya comenzó, la primera semana bastante tranca acá en caba (¡qué lindo esto!, acá tranca la caba). Como iba diciendo, la cosa empezó en cámara lenta, un día fuimos, después capacitación docente virtual en casa (síiiiiiii en piyama), después capacitación como preceptora (¡apalalapa! recontracapacitada la tipa), después llegó el viernes y a casita. 

La capacitación estuvo genial, con ideas renovadoras, lectura en el aula de poemas breves para dar confianza a lxs estudiantes, recibirlxs de un modo amoroso, sobre todo a quienes recién comienzan el secundario. Super entusiasmada estaba yo con la perspectiva del inicio del ciclo lectivo 2022, pero pero pero (si no hay un pero, no hay conflicto, si no hay conflicto, no hay nada que merezca ser narrado, ya lo saben) el ciclo 2021 aún no había terminado, por ende, mi tutoría aún estaba vigente, por ende, aún tenía tuteladxs por quienes velar, y una de las ovejitas de mi rebaño en enero había pasado a vivir en un hogar. Me mandaban un mail, en realidad el Doe (saben que adoramos las siglas, al menos en esta jurisdicción, así que aclaro, Doe es Departamento de Orientación) me reenviaba a mí un mail que a su vez le había reenviado la Secretaría del cole (todas estas vueltas burocráticas de correo tendrán su importancia dentro de un rato) que habían recibido de un Hogar en donde nos avisaban que una alumna nuestra de 1er año, a quien llamaremos Priscila a los fines de este Newsletter, estaba con ellos y querían saber su situación académica y cuando comenzaban las clases. Con la rapidez que me caracteriza me puse al tanto de las materias que adeudaba la niña, y armé el cronograma de los horarios que debía cumplir durante el período de orientación. Priscila se había quedado en bastantes asignaturas, así que debía venir varios días, pero aquel lunes 14/2 recién tenía que entrar a las 11 hs.

Informé prestamente de los horarios a la gente del Hogar, pasé mis datos mientras me regodeaba en mi propia celeridad (es un poco patético pero es la verdad, me felicitaba a mí misma de lo rápido y claro que había respondido a los requerimientos de la otra institución). Después, con el mismo entusiasmo me contacté con mi equipo de ese primer año, es decir, mi diligente preceptor Marcos y la profe de apoyo, Analía,  que es todoterreno (el curso cuenta con maestra de apoyo porque incluye a estudiantes con dificultades cognitivas y de conducta) y les dije “Gente, Priscila vive en un hogar, va a venir acompañada por alguien porque cuando están en un Hogar no pueden andar solas, después la dejan a cargo nuestro, tenemos que estar atentxs si tiene algún hueco entre materia y materia, que no ande dando vueltas por ahí”. Toda esta escena deben imaginarla con una música de fondo tipo Shanaia Twain, no porque la letra tenga algo que ver, sino por esa sensación que transmite, de algo que se pone en marcha y el final es auspicioso.  Llega el lunes, me avisa Marcos que Priscila ya se había apersonado y estaba en el aula. Me presenta a la operadora que la había acompañado, una mujer joven con remera roja. Comentamos algo acerca del horario y me dice que una compañera vendrá a buscar a Priscila a las 12 hs.

Subimos con Analía y encontramos a nuestra muchacha, se la veía mejor que hacia el final de 2021, vino corriendo, nos abrazó a cada una, nos dijo cuánto nos había extrañado y que la comida del hogar estaba re piola. Bueno bueno, qué bueno, después nos contás, ahora sentate y escuchá a la profe de Tecnología, así rendís.Bajé contenta y tranquila, realmente la había visto bien, me fui a un 5to año, orienté a una alumna y cuando faltaban pocos minutos para las doce me acerqué al preceptor y le comenté “Che, viste qué linda está Priscila? la verdad que la veo re bien” “Sí, a mí también me da esa impresión, está mucho mejor que el año pasado” y nos quedamos recordando algunos hitos de ella del año anterior, que incluían agarradas a piñas, amenazas a compañeras, gritos y desplantes en vicerrectoría, etc. También una imperiosa necesidad de atención, y cartitas con corazones que decían “Seño, te quiero mucho”. Unos minutos después bajó la profe de apoyo “Qué tal rindió?” “bien, todo bien”. Nos quedamos los tres charlando un rato más, cambiando impresiones. Después mis compañeros se fueron a otras obligaciones y yo me quedé (a la tarde me transformo en preceptora). Me voy a buscar el taper para comer, paso por el hall y veo a otra mujer con remera roja y cara de desconcierto, que está hablando con la encargada de la puerta. La portera me ve y dice “Profe, vinieron a buscar a Priscila, y no está”. Mientras todo se ponía en cámara lenta y con música de thriller, un alumno de 1ro se me acerca y me dice “Profe, Priscila se escapó”
Yo en el hall cuando me dicen que Priscila se escapó
Yo en el hall cuando me dicen que Priscila se escapó
Trataba de pensar con rapidez y no me salía nada. Junté coraje y le fui a decir a la rectora que se nos había perdido una niña y no había cataplín cataplín cataplero. Ella me dijo “Estamos en el horno”, y si bien me trató con mucha cortesía, se le adivinaban las ganas de reputearme, sobre todo cuándo me dijo “Y el vice?” y ahí caí en la cuenta de que no le había dicho nada al vice sobre Priscila, el Hogar, ni nada. ¡¡¡Yísus, Yïsus, Yísus!!!!!! en ningún momento pensé en él, no sé por qué. Sólo lo había charlado con aquellxs que estaban cercanxs a Priscila, es decir, preceptor, profe de apoyo y yo, tutora. Claro que también lo sabían quienes me habían reenviado el mail. 
La rectora diciéndome “Estamos en el horno”
La rectora diciéndome “Estamos en el horno”
Llamé inmediatamente a Marcos y a Analía y yo también dije “Estamos en el horno”, un poco porque estaba desesperada, y otro poco para que ellos también la vivieran en carne propia.
El preceptor, la profe de apoyo y yo desencajados
El preceptor, la profe de apoyo y yo desencajados
Y a partir de ese momento, llamadas a granel: a la hermana de Priscila, que no respondía, a la gente del Hogar, a la jefa de preceptores del turno mañana, a una compañera de Priscila que le había prestado el celular, dónde había quedado registrado un número desconocido con el audio de una voz masculina. Lo agendé como Priscila Pibe sospechoso (a veces tengo delirios de Sherlock Holmes) y le mandé mensajes, también llamé. Sólo obtuve un emoji como respuesta:
La única respuesta que obtuve del Pibe sospechoso
La única respuesta que obtuve del Pibe sospechoso
También hablé con las integrantes del Doe, con lxs compañerxs que habían estado con Priscila esa mañana. Hasta que en un momento me iluminé y recordé que ella siempre hablaba de un grupo en el barrio con quienes hacía actividades, los mencionaba como algo de Vereda, pero yo nunca terminaba de entender bien el nombre. Me pasan la data de AulaVereda y ahí me contacto vía facebook con Maru, que sí, la conoce de chica a  Priscila, sabe que tiene una historia familiar complicada, y me pasa el número de otra hermana, la mayor. Hablo y entonces me entero de que Priscila hasta las 15.30 hs había estado en lo de la hermana, alegando que en el Hogar la habían dejado ir a buscar ropa. Algo totalmente inverosímil, pero así es Priscila. En un momento nos dijo que la familia quería meterla en un convento, otra vez era que la mudaban a Tucumán de un día para otro, y así todo el tiempo… Pero al menos podíamos reconstruir tres horas más del día de Priscila. Cada nuevo dato que obtenía, me iba a la rectoría a informar, la rectora ya había recompuesto su rostro y me trataba con suma delicadeza. En uno de los 30 llamados/mensajes que tuve con el preceptor en esa tarde me pregunta cómo me había enterado yo de que Priscila estaba en el Hogar, y ahí sale la cuestión de que lo mandó el Doe, bueno, y quién es el Doe, si son tres (psicóloga, psicopedagoga y asesora pedagógica), y que si lo sabía el Doe, o la Secretaría, también podrían haber avisado al vicerrector, y que nosotrxs no teníamos la culpa, etc, etc. Y ahí estaba la tensión entre salvarnos un poco el culo y pensar en Priscila que a esas horas, en qué andaría, con quién y dónde. Me volví a casa totalmente mareada con tanto llamado y el corazón encogido. A la noche chateando en simultáneo con ambas hermanas de  Priscila, que me preguntaban a mí, sí, a mí, qué hacer. Eso me desesperaba aún más.Pensé que el martes 15 tendríamos buenas noticias y no fue así. Nadie sabía nada ni en el Hogar, ni en el cole, ni las hermanas, el Pibe Sospechoso nunca había respondido. Hacia la tarde la rectora me pide que escriba un raconto minucioso de todas mis acciones. Esa noche de martes me llega un flyer con la foto de  Priscila y los celulares de sus hermanas. Lo compartí con lxs profes del curso, a quienes no les había contado nada y me empezaban a preguntar. En el informe para la rectora no le puse que cuando vi el flyer me derrumbé y estuve llorando en la ducha. Cada tanto circulan fotos con chicas o chicos extraviados, pero no me había pasado con alguien cercano. No podía creerlo.Al otro día me tocó el curso de  Priscila y una de las chicas me dijo que la había visto la tarde anterior, alrededor de las 19 hs, en el barrio. Yo ya no sabía qué pensar.De golpe, me llega un wasap de la rectora,  Priscila había aparecido en la madrugada, estaba bien, había pasado la noche en Puerto Pibes y le iban a hacer los chequeos en el hospital, rutina obligada cuando hay investigación de paradero. Otra vez mensajear con AulaVereda, el Hogar, las hermanas…  Priscila apareció el lunes siguiente con ropa deportiva roja y el pelo planchado, me dijo “Hola profe’‘ y la abracé.
 Priscila y yo en el hall del cole

Priscila y yo en el hall del cole
¿Ahora se entiende el título del newsletter? Y recién estamos en marzo, ¡¡¡¡mamita!!!!
Lila Rucci@lilavrucci

Lila es Profesora de Lengua y Literatura, egresada de la UBA, preceptora, tutora, referente del Programa Alumnxs madres, padres y embarazadas y referente ESI de una escuela media de CABA.

Más de «Aula dulce, aula salá»