Daniela Sposato, referenta del sindicalismo matancero, relata cómo se fue tejiendo esta política pedagógica pensada para pibxs del conurbano e inspirada en el mítico programa “Yo fui a los juicios con mi profe”. Desde SUTEBA, durante el mes de agosto, se organizaron los viajes para que más de 200 jóvenes de escuelas secundarias participen en jornadas reflexivas y puedan dar el presente en el juicio por el asesinato de Lucas Verón.
Este 17 y 18 de agosto se llevó adelante en la Universidad de la Matanza el juicio oral y público por el asesinato de Lucas Nahuel Verón, el joven baleado a quemarropa en el 2020 en Villa Scasso, González Catán, tras una salvaje persecución por parte de dos agentes policiales. Lo que empezó con festejos en la casa de Lucas, en el día de su cumpleaños N°18, terminó en una tragedia que, antes el insistente reclamo de justicia, se transformó en un hecho inédito para la justicia distrital: un juicio por jurado con la participación activa de familiares, organismos, docentes y estudiantes. Ayer se conoció finalmente la sentencia del juez Gerardo Gayol: 21 años de prisión para Ezequiel Benitez y 4 años para Cintia Duarte por coautoría.
El trabajo conjunto de la Mesa de la Memoria, la Comisión Provincial por la Memoria y la CTA tuvo un protagonismo decisivo en las presentaciones previas a la sentencia. Desde SUTEBA Seccional La Matanza se construyó un dispositivo educativo junto a escuelas secundarias para que más de 200 jóvenes de -casi- la edad de Lucas pudiesen presenciar el juicio, evocando aquella política que tuvo su auge en los juicios por crímenes de Lesa Humanidad desde el 2011 en adelante. “Yo fui a los juicios con mi profe” fue una propuesta en la cual más de mil docentes y estudiantes participaron en actividades y talleres de formación en DDHH durante esos años. La militancia matancera suele rememorar las maratónicas audiencias del juicio Vesubio II, el centro clandestino que funcionó en La Matanza, en las que fueron condenados cuatro represores. Poder dar el presente en esas audiencias permitió que tanto docentes como estudiantes lograsen escuchar testimonios desgarradores de primera mano al mismo tiempo que conocer a aquellos represores que cometieron atrocidades durante la última dictadura cívico-militar argentina.
Daniela Sposato es Secretaria General de SUTEBA La Matanza y fue quien empujó esta propuesta pedagógica “Organizamos un seminario donde más de 200 estudiantes con sus docentes recorrieron un trayecto formativo en el que se reflexionó sobre la violencia institucional. Luego, más de 500 docentes y estudiantes de escuelas secundarias e institutos de formación superior participaran del juicio oral y por jurado del caso “Lucas Verón. Gracias al valioso testimonio de la familia de Lucas, de su amigo Gonzalo, de los y las vecinas junto a la Mesa de la Memoria local, la Comisión provincial por la memoria y la CTA logramos llevar a los asesinos a la justicia”.

El pibe de los caballos
Lucas tenía tres caballos y había construido su propio carro. Sus dos pasiones, heredadas de su padre y abuelo, eran los caballos y la carpintería. Su vocación estaba cantada. La noche del 9 julio salió de noche junto a su amigo Gonzalo a comprar una gaseosa, como cualquier pibe de esa edad, a un kiosko cercano. No volvió. La energía de Luquitas se apagó en manos de los oficiales Benitez y Duarte quienes en el día de hoy, más de dos años después, fueron condenados. Sus padres y hermanos lo recuerdan como un pibe sencillo e inteligente, y además lo reconocen como un emblema de la lucha contra la violencia institucional.
“Lucas era un pibe como cualquier otro. No solo lo persiguieron y le quitaron la vida, sino que lo abandonaron y generaron un entramado corrupto en complicidad con las cúpulas policiales y el fiscal Juan Pablo Tahtagian, quien esa misma noche estaba dentro de la Comisaría tratando de armar una causa contra lxs chicxs diciendo que habían salido a robar”, sostiene Sposato.
Un susurro rebotó en las paredes de la sala cuando le tocó defenderse a Ezequiel Benítez, el policía acusado de haber disparado las balas que mataron a Lucas. “Está mintiendo, profe”. Ese fue el único momento en el que a lxs pibxs se lxs escuchó hablar. El resto fueron horas de tensión.
Numerosos son los casos de violencia institucional que sufren lxs jóvenes, específicamente de barrios pobres y vulnerados. Un antecedente es el de Luciano Arruga, un joven de 16 años del barrio Lomas del Mirador – también de La Matanza – que desapareció en enero del año 2007. Durante años la familia intentó saber qué había sido de Luciano, acercándose a diversas instituciones del Estado que una y otra vez lxs maltrató. Casi 6 años después, el cuerpo de Luciano fue encontrado enterrado como NN en el Cementerio de La Chacarita. Como vemos, el entramado de violencia institucional tiene su sustento en prácticas y discursos estigmatizantes que pueden ser trabajados y abordados desde las escuelas en conjunto con organismos de DDHH u otro tipo de organizaciones.
“Está mintiendo, profe”
Un susurro rebotó en las paredes de la sala cuando le tocó defenderse a Ezequiel Benítez, el policía acusado de haber disparado las balas que mataron a Lucas. “Está mintiendo, profe”. Ese fue el único momento en el que a lxs pibxs se lxs escuchó hablar. El resto fueron horas de tensión.
Unas horas antes de que arranque el juicio, la comitiva de las escuelas estaba lista en la puerta pero el evento no comenzaba. Entonces, acompañados de lxs docentes, lxs estudiantes aprovecharon para recorrer las instalaciones de la Universidad. Al entrar a la biblioteca Leopoldo Marechal, quedaron impactados por la magnitud del espacio, por la cantidad de libros, por los jóvenes yendo y viniendo con apuntes.
Un largo rato más tarde, al entrar a la sala de juicio, se les pidió que no usen los celulares, consigna que acataron masivamente ante el descreimiento de lxs propixs docentes. La atención fue total. En el momento del alegato, donde todo indicaba que iban a aplaudir a los familiares de Lucas, se mantuvieron atentxs, inmóviles en sus sillas, escuchando cada detalle del proceso. A las 16:30 todavía seguía el juicio y no se querían ir, les pedían a sus docentes que hicieran la excepción y lxs esperaran, a tal punto que uno de los Institutos volvió de regreso al establecimiento pero un rato más tarde unos de sus docente trajo en el auto a cinco chicxs para presenciar el final. Al volver a las escuelas -cuentan lxs docentes- era tal la adrenalina que fueron armando rondas en el patio para contarle al resto, a todxs lxs que no habían podido estar.

Recuperar el sindicato
La docencia es una profesión altamente feminizada. Siempre nos preguntamos sobre el lugar que las mujeres tienen como trabajadoras de la educación, qué lugares ocupan o pueden ocupar en lo que hace a la conducción sindical. Hace pocos meses en La Matanza -suelo que vio nacer a Mary Sánchez, una de las mujeres sindicalistas más importantes de la historia argentina- una lista conformada por un 80% de mujeres ganó las elecciones sindicales del Sindicato Unificado de Trabajadores de la Educación de Buenos Aires.
¿Cómo fue que esto sucedió? ¿Cómo se construyó este espacio en el que las compañeras docentes lograron llegar a la conducción de este gremio en el distrito más grande de la provincia de Buenos Aires?
Dialogamos con Daniela Sposato, actual Secretaria General; Marcia Morales, Secretaria de Igualdad de géneros y diversidad y Mabel Padilla, Secretaria de Educación de la actual conducción de Suteba que nos comentan que hace ya unos años “comenzábamos a pensarnos como sujetas políticas dentro de un espacio que tenía intenciones de abordar los feminismos y las problemáticas de género dentro del sindicato” y que hoy “tomamos la posta de las mujeres trabajadoras de la educación que nos antecedieron en esta tarea”.
Simone de Beauvoir escribió hace muchos años en uno de sus libros una idea central para los feminismos: no se nace mujer, se llega a serlo. En este sentido, las compañeras nos cuentan que muchas de las discusiones y debates que dieron al interior del sindicato “no tenían que ver solo con el sexo asignado al nacer, sino con una perspectiva de género, no es solo ser mujer y eso lo aprendimos en el andar, en el formarnos y acompañarnos”.
Como trabajadoras de la educación, relatan, tuvieron que organizar sus múltiples roles para poder participar en asambleas, reuniones de organización. “Somos sostén de hogar, madres, cuidadoras y la militancia se complejiza, siempre es cuesta arriba las reuniones son en horarios en el que en este mundo de organización patriarcal la mujer tiene que estar en la casa, cuidando o cocinando”.
En el corto tiempo en que han asumido la conducción del SUTEBA Matanza, han desplegado distintas acciones territoriales que hacen al acompañamiento de las escuelas en temas de infraestructura, condiciones de trabajo docente como también han generado encuentros con trabajadoras docentes en pos de organizarse para el 35º Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans, Bisexuales, No Binaries e Intersexuales y propuestas de formación en DDHH como la que es objeto de esta nota.
La construcción de la política educativa en un país federal como el nuestro es muy compleja y comprende un arco de diversos actores institucionales. Si bien los sindicatos tienen como objetivo principal la defensa de los derechos de lxs trabajadorxs de la educación, se torna nodal que también tengan una participación en la construcción de las políticas públicas educativas.
Experiencias como las que aquí se relatan nos muestran que es a través de la trama que se logra construir entre las escuelas, lxs docentes, lxs estudiantes, las organizaciones barriales, sindicales, de derechos humanos -en este caso en particular- que podemos brindarle a lxs pibxs oportunidades para atravesar propuestas pedagógicas potentes, relevantes y significativas. El tipo de propuestas que construyen memoria y que les permite crear un otro tiempo en el cual mirarse a los ojos y saberse parte de una misma comunidad.