Rumiaciones de una docente en bicicleta.

Ritmo, ESI y primavera

Enviado el 4 de octubre de 2022.

Holaaaaa, se preguntarán por el título de este newsletter. Permítanme un homenaje a esa película invisible de Enrique Carreras:

Enrique Carreras y su genialidad para titular pelis

Y ya que estoy recordando cosas de la infancia, aquí va otro recuerdo:

Vestida de glicinas llegó la primavera,

Vamos a verla, madre, vamos a la pradera.

Alegres resplandores florecen por doquier,

Zumban, danzan, abejas aromadas por la miel.

Imágenes primaverales que me rondan por estos días

Ehhhh, ¿qué les parece? Me aprendí esa poesía de memoria hace más de 40 años, y aunque es una obviedad medio ñoña, la primavera me pone de buen humor. Es el solcito en el patio, adolescentes hormonales que se salen de sus mismos poros, entrar y salir del cole cuando es de día, en fin… una rutina anual agradable. Ya estamos todos más distendidos, acercándonos a la recta final del año.

No sé bien de qué hablar esta vez, pero creo que no les conté nada de la jornada ESI (Educación Sexual Integral para aquellos lectores que no pertenezcan al universo docente, si los hubiere).

Desde las altas esferas están estipuladas 3 jornadas ESI anuales, que tienen su agenda, y en el cole siempre las corremos, porque suelen superponerse con cierres de bimestre y otras cuestiones escolares, y también porque siempre somos el mismo elenco estable para esas tareas, y somos un elenco bastante reducido. Esto hace que nos cueste llegar con todo el material y la coordinación y la mar en coche (que alguien algún día me explique esta frasecita tan novedosa).

Me gusta porque en la web encontrás imagen de lo que sea

Estas actividades suelen dejarme un sabor agridulce, porque en el momento en que las pensamos, me entusiasmo y tengo en la cabeza una jornada ideal que nunca ocurre. Después andamos corriendo junto con Salandra y Anabela, la asesora pedagógica, que es muy power y se carga todo al hombro. Llega el momento del super estrés, cuando repartimos las consignas para todo el cole, hay que calcular que nadie se quede sin actividad, cientos de miles de papelitos para cortar, con situaciones, o viñetas, los videos descargados, reservar el salón de actos, los papeles afiches, los fibrones, bastaaaaaaaaaa, me explota la cabeza, y todavía no empezó.

Junto con la entrega de material siempre te comés alguna cara cúlica de colegas que suponen que la ESI es un capricho de unos pocos, que nos encanta alterar su inmaculada planificación. Hay quienes esgrimen un oral inamovible, que sí o sí debe tomarse ese día, o algo terrible puede suceder. Ahora que lo estoy contando, creo que es algo más cercano a la superstición que una resistencia a la ESI, como pensaba en un principio.

Pero esta vez algo cambió. No recuerdo bien cómo llegó la propuesta, pero se decidió que el Centro de Estudiantes tomaría cartas en el asunto y grupos de estudiantes de cursos superiores les dictarían talleres a sus compañeros más jóvenes. Fue así que el grupo de wasap de referentes esi se llenó de archivos sobre Adolescencia y Sexualidad, Métodos anticonceptivos, Bullying, Grooming, Diversidad sexual y toda la batería temática. Previamente se había hecho un sondeo en las aulas acerca de cuáles temas les interesaban más, porque ésa era otra de las cuestiones agridulces en jornadas anteriores. Después de haber buscado información a destajo y material, cuando llegábamos al aula con la propuesta, nos recibía un mar de caras con aire de “Oh Dios, otra vez este embole”.

Reacción de estudiantes ante algunas propuestas de jornadas anteriores

Yo estaba re feliz, los alumnos se iban a ocupar de investigar y dar forma a la propuesta, y el papel de Salandra y mío era constatar que lo que se diera en los talleres fuera información confiable. Para eso les habíamos pedido que nos hicieran llegar TODO una semana antes de la realización de la jornada, para tener tiempo para leer.

El día D ahí estábamos, mirándonos las caras con Salandra, y no nos había llegado nada. Ella me quemaba la cabeza “Ves que confiamos y ahora nos cagan así, yo sabía que iba a pasar esto”, y yo _Indulgencia es mi primer nombre_ respondía “bueno, pará un poco, algo van a traernos, hay que darles la oportunidad blablablá”, y todas esas cosas bienintencionadas que debe espetar siempre una docente.

Finalmente, el día anterior a la fecha en cuestión, Celeste, la presidenta del centro de estudiantes, me trae un pendrive en el que había unos 10 archivos, que nosotras debíamos chequear.

Salandra puso el grito en el cielo, y dijo que ella tenía que dar clases a la tarde y no podía leer todo ese choclo en dos minutos y dictaminar si era apropiado o no para nuestros educandos más pequeños, lo cual era bastante razonable. Ipso facto, la presidenta del centro de Estudiantes empezó a hablar entrecortadamente y a lagrimear, porque la pobre piba, además de cursar y trabajar en Mc Donalds, se había estado quedando hasta altas horas de la noche, y había estado arengando a sus huestes para que se pusieran las pilas y prepararan el bendito material.

Salandra ni siquiera vio las lágrimas, se dio media vuelta y se fue, y yo me quedé ahí bastante acongojada, aunque también me daba bronca tener que leer todo a los pedos a la tarde, cuando les habíamos pedido que por favor nos trajeran las cosas una semana antes.

En medio de todo esto, la jefa de preceptores, Susy, que está flamante en ese cargo, si bien está en el cole desde hace añares, me revoloteaba y decía “bueno, Liliya, y entonces, ¿cómo es lo de mañana?” porque ella es como un sabueso esperando la orden para empezar a revolear directivas a preceptores y alumnos. Yo le decía “pará Susy, todavía no sabemos bien si usamos el salón de actos, todavía no sabemos bien quién va a dar qué cosa en cada curso, todavía no sabemos”.

Mi desesperación cuando Susy me pregunta qué hacemos

Son esos momentos en los que decís “Y quién mierda me manda a mí a hacerme la copada con la Esi, yo estudié literatura, a mí me gusta leer y punto”.

Y ahí, por suerte, se me acerca mi profe amigo, Jero, que es más calmo que yo, que empiezo a acelerarme y me pongo insoportable, me contorsiono en medio del patio, en fin, muy voluntariosa pero haciendo agua rápidamente. Decía, Jero, con sus sintagmas pausados, me dice “cuchame, la calmamos a Celeste, y dejamos que la cosa fluya, si sale bien, es una muy buena de lxs pibes. Si sale mal, bueno, es aprendizaje, para ellxs y para nosotrxs, de qué errores no cometer la próxima vez”. “Bueno, pero ¿y Salandra? Se va a re calentar”, pregunto, temerosa. Jero se encoge de hombros, y bueno, dale que vamos.

En la abúlica tarde preceptoril me leo los archivos, y voy mandando a Celeste: éste va bien, éste es muy breve, éste no se entiende. En una de esas leídas rápidas me detengo en métodos anticonceptivos y veo que aparece como método el Coitus interruptus ¿quéeeeeee? No nono, lo único que falta es que en la escuela estemos divulgando esa práctica como método posible. Yísus. Le enfatizo “Celeste, esto de coitus interruptus, acabar afuera, no es un método anticonceptivo, que quede bien claro”, “bueno, profe, bueno, está bien” me responde, demasiado rápido para mi gusto, como que no me estaba dando mucha bola.

La jornada ESI se desarrolló, pletórica de papeles afiches, adolescentes circulando entusiasmados, referentes con la lengua afuera, supervisando que todo ocurriera por los carriles adecuados.

Afiches con temáticas de ESI
Elaboración de afiches en la Jornada

En el cierre me encajan el micrófono y me dicen que lleve adelante la puesta en común. ¡¡Horror!!! Soy bastante payasa y charlatana en el aula, pero me da pavor hablar al público masivo.

Ahí quedé en el patio, mientras iban bajando los alumnos, y otros cursos miraba desde las galerías balcones del 1ro y 2do piso.

Empecé un poco tímidamente, y a medida que me veía rodeada de adolescentes con carteles de Diversidad, Autoestima, Métodos Anticonceptivos… me fui soltando.

Celeste y yo cerrando la Jornada

Le pasé el micrófono a Celeste, que muy suelta contó lo contenta que estaba, y cómo habían trabajado sin parar junto con varixs compañerxs. Después, los grupitos de chicxs pedían: “Acá, profe, 2da 4ta quiere leer su cartel”,  “Dele, profe, nosotrxs, de 4to 3ª”, y así, yo circulaba de un lado a otro pasando el micrófono, viendo cómo por una vez la jornada había tenido realmente sentido. Hasta un monono mío de 1ro 5ta se animó a leer lo que habían preparado.

Entusiasmo por los afiches
Yo, sin poder creer la movida, mientras Celeste habla
Celeste, grosísima, hablando de la experiencia

Ya absolutamente enajenada, yo iba de un lugar a otro, y me lo encuentro al vice. Cual notera de Crónica, lo encaro y le digo “Y bueno, Vice, ¿qué pensás de esta jornada? El pobre hombre titubea un rato, pero después sale airoso, agradece a lxs alumnxs, a los profes… y todos felices.

Y en el momento del cierre me animo, y digo “Bueno, por si no quedó claro, me parece importante decir que es posible que haya circulado una información errada: Acabar afuera no es un método anticonceptivo”. La frase final la enfatizo y la grito 3 veces.

Eufórica y aplaudida, siento que mi sueño de ser una estrella de punk rock se cumplió por un breve instante.

Yo gritando “Acabar afuera no es un método anticonceptivo” en el patio

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Lila Rucci@lilavrucci

Lila es Profesora de Lengua y Literatura, egresada de la UBA, preceptora, tutora, referente del Programa Alumnxs madres, padres y embarazadas y referente ESI de una escuela media de CABA.

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