Rumiaciones de una docente en bicicleta.

Soy el barbijo, la verdad y la vida

Rumiaciones de una docente en bicicleta

Nuevamente por aquí… ¿qué tal, cómo va? Con el frío, acovachadxs en las aulas, y con la luz diurna que disminuye siempre un poquito más, el cuerpo me dice que las vacaciones de invierno están cada vez más cerca. Perdón, debo expresarme con propiedad, no son vacaciones, es el receso de invierno. Parece que en la palabra receso sobrevuela siempre la posibilidad de que nos convoquen para algo, una amenaza velada en ese bendito vocablo, de algo ominoso que se cierne sobre todxs nosotrxs. Yo creo que eso no sucederá jamás. Pido disculpas por empezar con algo tan sensible. Vamos con algo más liviano.

Hoy quería hablarles de barbijos, no sé si da para la extensión de todo el newsletter, pero aunque sea una sección pequeña, cuyo título podría ser:

Dime con qué barbijo andas y te diré quién eres

La idea comenzó hace unos días, cuando cité a un padre de una alumna de 1er año, en mi calidad de tutora, y el hombre apareció con un barbijo que decía 100 % Jesús, lo cual ya predisponía la charla de un modo extraño. 

Yo trataba de no mirar mucho al preceptor del curso, que también participaba de la reunión, porque no quería tentarme ni a sonreír en exceso, ni a fruncir el ceño con cara de extrañeza. Por suerte nosotrxs a su vez ostentábamos sendos barbijos, que escondían un poco nuestra perplejidad. Entonces, mientras el padre me hablaba yo pensaba cómo había llegado a ese nivel de certeza, ¿por qué no un 98% Jesús, ponele? Claro que todo el mundo se quedaría barruntando a quién correspondería el otro 2%, y ya nadie pensaría en el ocupante  del porcentaje mayor, sino que andaríamos enfrascados en tirar nombres para el dichoso 2%, y la inscripción del barbijo perdería su razón de ser. 

Además de asombrarme de la fe inconmovible del hombre, me puse a pensar también en qué otras inscripciones podrían llevar los barbijos: 

60% muza, 40 % napo

70 % amargo 30% dulce

60% comedia romántica 40% suspenso

50% borges 50% cortázar (para ser ecuánimes)

65% Halperin Donghi 35% Felipe Pigna

40% cumbia 60% Soda

50% Palito 50% Sandro

y así, las variables que quieran. Es un viaje de ida éste de inscripciones en barbijos, como que me cebé. Fíjense que no puse ninguna con 100%, aunque sí pensé en una, lo confieso, mi única certeza en esta vida, sé que me granjearé enemigos con esta afirmación, pero no me importa, me la juego: 100% pastafrola de membrillo, dulcebatateros del mundo, abstenerse. 

La pastafrola será de membrillo o no será

Lamentablemente no tengo testimonio fotográfico de la existencia del barbijo que suscitó todas estas disquisiciones, la verdad que no daba finalizar la reunión proponiéndole una selfie al señor junto al equipo tutorial, pero deben creerme, no sean lectores de poca fe. 

A partir de las reflexiones que me generó este encuentro empecé a ponerme más atenta con respecto a mi entorno y sus barbijos. Ya había reparado en un compañero que solía traer barbijos patrios, con la bandera celeste y blanca, pero alternaba con uno con la imagen de San Martín y una leyenda que decía algo así como “Prócer sin angustia”; y en otras oportunidades traía el de “La patria es el otro”, así que ahí ya sabíamos por dónde le latía el corazoncito al docente.

En un momento fueron furor los barbijos del Conicet. Yo al principio no los conocía, y empezó a sorprenderme que un montón de gente tuviera el mismo gusto para elegirlos, ese estampado de inscripciones superpuestas, en rosa, gris, negro. Hasta que al final comprendí. Ésos estaban buenos porque resistían un montón de lavados, pero la verdad que salía un billete el pack de 10, así que me quedé afuera de los fan del Conicet.

Barbijo Conicet, furor en agosto 2020

Así como podés realizar declaraciones importantes y posturas ante la vida a través del barbijo, en algunos casos también es un vehículo ideal para mostrar tu estado de ánimo. Esto que digo no es ninguna tontería, lo comprobé con una compañera que durante unos meses tuvo un cargo de conducción, y ostentaba unos barbijos de una tela brillosa, tipo lamé (no sé si se llama así), o yibré, no soy buena con las telas, soy buena observando barbijos. Es más, creo que podría denominarme barbijóloga, un oficio tipo opinóloga o panelista, por qué no? 

Los que les digo eran algo así:

Barbijo cuando estás en la cresta de la ola

Pero después, cuando dejó la conducción y volvió al llano, empezó a usar esos barbijos celestes descartables, que comprás de apuro en cualquier lado, y medio como que dicen “No me importa nada de la vida”. Aclaro, no tienen esta inscripción, pero son muy elocuentes.

Barbijo cuando ya no importa nada o la vida está un poco caótica

Un día pensé que había perdido el barbijo (en realidad lo tenía colgando de la muñeca y me puse la campera encima, así que por más que buscaba y buscaba, no lo encontraba), así que fui rauda al Farmacity más cercano y pensé que me iba a ocurrir la enojosa situación de que no me dejarían entrar porque no tenía barbijo, y yo justamente iba para adquirir uno. Re Kafka me sentía, como en el texto ése, Ante la ley, que teníamos que analizar cuando estudiaba, y nunca terminaba de entender del todo, pero estoy segura de que hay una situación así de absurda. Bueno, los de Farmacity resolvieron la cuestión, porque el de seguridad me hizo un ademán cansino con la mano, mostrándome una ventana lateral que precisamente estaba para que los desembarbijados de este mundo pudiéramos comprar el simpático accesorio que nos devuelve a la vida civil. Y me compré uno de esos celestes.

Después de este excursus literario prosigo mi relación. Entre otros especímenes que alberga la escuela, también tenemos a un par de compañeras libertarias, que aún cuando el Covid arreciaba llevaban sus barbijos en la pera. Es un modo como cualquier otro de andar mostrando convicciones.

Entre el alumnado la verdad que no encontré ningún barbijo descollante. Están quienes llevan los que tienen la imagen del club de sus amores, pero si bien es identitario, no me provoca ninguna reflexión sesuda. 

La verdad es que yo me esperaba una suelta o corte de barbijos (onda la  Playa Franka de Moria) o alguna ceremonia festiva cuando se permitió que lxs estudiantes estuvieran sin barbijo en la escuela, acá en Caba, pero no ocurrió nada de eso. Muchxs los siguen usando, otrxs los llevan colgados de una oreja, y otrxs (pero no la mayoría)  ya están a cara descubierta.

Y casi para el final, pero no por eso menos importante, debo mencionar a mi inveterada amiga Salandra, que como buena profe de Biología es muy cautelosa con las bacterias y las virosis, así que ella lleva siempre dos barbijos, y si te descuidás, tres. Descartables por debajo, y encima de todo puede tener uno del Conicet, o el N95.

Así va Salandra por la vida

Los que realmente me desconciertan, y no puedo decir nada de ellos, son los que optan por el barbijo negro. Ahí sí que me cagan, porque no puedo indagar ni en sus almas ni en sus pensamientos. Es como que la persona de barbijo negro te dice: “Acá no entrás, acá no podés saber más de lo ijo negroelopincho, más raro todavía, más distancia te ponen.

Decime si no es raro este diseño

A esta altura sé que están muertos de curiosidad por saber qué modelo uso. Bueno, tengo mis días…como ya comenté más arriba, cuando ando muy deschavetada, uso uno celeste descartable que conseguí de apuro (los venden en transporte público también). Si me siento Su Giménez, tengo mi barbijo Animal print que es lo más. Hay algunas compañeras que también fueron seducidas por la moda, y en cuanto nos relojeamos el barbijo con pintitas sentimos una inmediata sororidad. Otras veces uso los barbijos que me hizo mi mamá al inicio de la pandemia (con telas floreadas, otro con gamuza bordó, otro cuadrillé). En los días opacos, me calzo el barbijo negro, y que me vengan a buscar.

Acá estamos con Salandra y nuestras identidades barbijeriles

Al final sí, este estudio sociológico del barbijo me ocupó todo el newsletter, quién lo hubiera dicho.

Hagan ahora uds. un poco de introspección y recuerden: Al mal tiempo, buen barbijo.

P.D.

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Enviado el 11 de junio de 2022.

Lila Rucci@lilavrucci

Lila es Profesora de Lengua y Literatura, egresada de la UBA, preceptora, tutora, referente del Programa Alumnxs madres, padres y embarazadas y referente ESI de una escuela media de CABA.

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