Instrucción Nro 5: Esta reunión NO pudo haber sido un mail

Máximas de una directora de escuela por Vivipostay

Buenos días, queridos amigos y amigas de Gloria y Loor. Empezamos abril, precioso mes con un clima ideal (al menos para mí). Las locas aguas del comienzo del ciclo lectivo se aquietaron un poco y podemos empezar a relajarnos en el cotidiano, al menos levemente.

Estaba recordando la vez que una querida ex Directora se puso a conversar conmigo en una reunión social del colegio que convoca a personal en ejercicio y a jubilados. Ahí, entre canapés, pata flambeada y un rico vinito ella me dio algunos consejos, en particular vinculados a cómo proceder con esos alumnos difíciles que ponen a prueba nuestra paciencia en el día a día escolar. Me dijo algo así como “vos tenés que llevarlo a la Dirección, cerrar las puertas y decirle todo bien clarito”. El “todo bien clarito” incluía explicarle que si continuaba en esa tesitura podía tener consecuencias desagradables no sólo en su escolarización, sino también en “la vida”.

La verdad, no me reí fuerte porque respeto y admiro a mi ex Directora. Más allá de la discusión sobre si está bien o está mal la propuesta que me hacía (dejaremos este sórdido tópico para otro momento), en el día de hoy si yo llego a poner en marcha semejante consejo mañana mismo soy placa roja de Crónica. En el contexto contemporáneo, la posibilidad de encerrarse en la Dirección con un alumno para decirle cosas de cualquier tenor graso (bellas o desagradables) te coloca en un sitio de extrema vulnerabilidad donde te pueden terminar cartadocumenteando y  acusándote de daño psicológico, agresión e incluso abuso sexual.

De hecho, se está volviendo difícil educar. No sos vos, no soy yo: son las consecuencias de la debacle de la autoridad adulta que Mariano Narodowski describe tan bien en ese librazo que es Un mundo sin adultos, y sobre el cual seguramente volveremos en otra entrega de nuestras Máximas.  Lo que aquí me interesa es señalar que la construcción de autoridad del Director no escapa a esta puesta en cuestión más general de la autoridad adulta magisteril.
¿Qué podemos hacer Directoras y Directores frente a esta situación? Podemos abrazarnos a un almohadón con corazones bordados llorando nostalgia por la asimetría perdida. Podemos, también, habitar una abstención de conducción pedagógica y dejar que todo se pudra a nuestro alrededor mientras nos tomamos un cínico café con leche. Pero también podemos (debemos) entender que la asimetría debe reconstruirse permanentemente, desde sitios distintos y variados, y actuar en consecuencia. Y es ahí donde me interesa conversar sobre la función que las (por lo general, tristemente) célebres reuniones de personal tienen en la construcción de la autoridad del Director. 
Foto:  Parafraseando a ese enorme pedagogo que es Philippe Meirieu, directores podríamos optar por la abstención de conducción pedagógica y, como el perrito del famoso meme, tomarnos un café con leche en medio del fuego cruzado mientras no nos importa nada más que sumar años para la jubilación. Pero como además de antiético es extremadamente peligroso, aquí estamos con estas Máximas para acompañarte en la construcción cotidiana de la autoridad en este valle de lágrimas. 
Instrucción Nro 5: Esta reunión NO pudo haber sido un mail.
Probablemente nada tenga tan mala prensa en el universo escolar como las reuniones de personal.  “Son una pérdida de tiempo”. “A mí me gusta el aula, estar con los chicos, lo demás no me importa”. “Qué aburrido, es lo mismo de siempre”.  “La Directora no tiene nada nuevo que decirnos y nos juntan acá al vicio”. Los directores, sabedores de que estos lugares comunes son la norma, solemos vivir con intenso stress las reuniones de personal, incluyendo las instancias previas y organizativas a las mismas.

En realidad hay que decir que las reuniones de personal en general, en todo ámbito laboral, parecieran tener la misma mala prensa que las escolares. De hecho, hay un meme de gran circulación en las redes que reza “esta reunión pudo haber sido un mail”, y hasta existe un merchandising que lo acompaña. En efecto, si sos  Director de escuela, puede que algún docente te sorprenda llegando alegremente a tu reunión mientras porta una taza o remera que dice “esta reunión pudo haber sido un mail”.
Foto: Tazas y remeras con la leyenda “Esta reunión pudo haber sido un mail” se venden en Mercado Libre y sitios similares. Emulando ciertos chistes de la serie The Office¸ exhibir artículos semejantes en instancias laborales es visto como una forma de resistencia pasiva a lo que se entiende son absurdos laborales. El mensaje sería algo así como “estoy aquí porque me obligás pero te muestro mi disconformidad con ingenio y humor”.
Lamentablemente, si sos Director o Directora, tengo que empezar esta Instrucción informándote una desagradable verdad: si las reuniones de personal que vos convocás podrían haber sido un mail, la responsabilidad central de semejante cosa es fundamentalmente tuya. De ninguna manera esto implica que tenés que generar ridículos entretenimientos de parques de diversiones: el rafting, el canopy y la tirolesa (o sus equivalentes pedagógicos) no tienen lugar alguno en una reunión de personal. Pero tenés que preguntarte y responderte honestamente, siguiendo la lógica de la taza, si la reunión que estás planificando puede ser un mail. Y si la respuesta es positiva, sale una reunión y entra ese tal correo electrónico. Es decir, no es que yo tenga ganas de andar culpabilizando directores, pero tampoco es mi intención mentirte ni edulcorarte la realidad respecto de lo que quizás estés haciendo mal.

Volviendo al tema de tazas y remeras, lo primero que hay que saber, entonces, es si tu reunión justifica su existencia. Pero, ¿cómo saber si tu reunión es fácilmente reemplazable por un correo electrónico?  He aquí un cuarteto de preguntas que van a guiarte en este menester:

1. ¿Existe algún contenido delicado para transmitir, que no pueda ser escrito y lanzado al éter cibernético con seguridad? Directores y Directoras sabemos que hay ciertas conversaciones íntimas que sólo pueden darse en la cercanía con los docentes, en dicho caso evitá la escritura y convocá al diálogo presencial.
2. ¿Existe la necesidad de producir/completar algún documento o realizar algún acuerdo colectivo de trabajo? Si la respuesta es sí, la reunión es imprescindible.
3. ¿Hay algún tema nuevo (normativa, indicación, transformación escolar o del sistema) que sea demasiado compleja y que vos presumas que no se va a entender claramente en sus detalles y especificidad si sólo lo comunicás por escrito? Pues a favorecer la instancia de encuentro.
4. ¿Está la reunión obligatoriamente indicada desde la Superioridad? Pues entonces los tres puntos anteriores no interesan, no tenés otra y hay que ponerle pilas a la reunión.

Supongamos que tu proyecto de reunión superó las pruebas y definitivamente no pudo ser un e-mail, por alguno de los cuatro motivos precedentes. ¿Cómo diseñar, desde el lugar de Director o Directora, una reunión medianamente digna? Vamos a pasar revista a los motivos más clásicos por los cuales suelen fallar las reuniones de personal en las escuelas, otorgando instrucciones para evitar estos errores.
Haciendo gala de una estadística salvaje, me atrevo a afirmar que gran mayoría de las reuniones de personal fracasan porque el Director no tiene una agenda preestablecida. Atención que no refiero a “temas generales” que luego no sabés bien cómo llenar, sino a desarrollos muy específicos de esos temas, con los tiempos puntuales pautados, es decir, con un cronograma.  Presentarse así nomás e ir viendo cómo se nos ocurren cosas para decir, es detectado fácilmente por los docentes como improvisación, y te aseguro que no nos lo perdonan. Un Director preparado, una reunión de personal en la que se note que le has dedicado tiempo previo de organización, resulta fundamental a la hora de transmitir seriedad en el trabajo y respeto a los docentes convocados.

Es por esto que recomiendo que planifiques tus reuniones de personal como pensarías una clase. ¿Qué estrategias utilizarías? Elegí algún o algunos disparadores como formas de captar la atención, para dinamizar la apertura.  Directores y directoras solemos pensar que una reunión de personal es algo radicalmente distinto de una clase, pero no es así, de hecho, comparten estructura y funciones: hay un contenido a transmitir y elaborar, y el encuentro debe tener claras las viejas y conocidas partes inicio-desarrollo-cierre.

Toda vez que sea posible, la reunión debe incluir alguna instancia interactiva.  Esto ayuda a dinamizar, a movilizar, a generar involucramiento en las personas que asisten a la reunión.  Una pregunta para responder, un pequeño texto para discutir, un breve video para mirar y luego debatir. En el caso de que la reunión tenga una finalidad específica en este sentido, como por ejemplo construir colectivamente acuerdos institucionales de evaluación, no olvides trabajar con mucha claridad las instancias de puesta en común y cierre.  Si el personal que tenés a tu cargo tiene un número considerable, la posibilidad de que todos hablen no es la más conveniente: deberás pensar previamente algunos criterios para definir quiénes tomarán la posta de la exposición en la instancia grupal (por ejemplo, en la secundaria, sólo un docente por cada área elegido por sus compañeros), y cuidar que no existan repeticiones eternas de las mismas respuestas. Cuando veas que ya se han replicado las mismas posturas, deberás hacer un pequeño corte y preguntar si alguien tiene algo distinto que aportar para pasar a la consigna siguiente.

No olvides que a los docentes nos encanta hablar. Es más, nos pagan por hacerlo.  El hecho de que hable todo el mundo y se superpongan las voces es algo bastante común en las reuniones escolares, y suele ser también otro motivo de “fracaso”.  Los docentes somos, a veces, un poco reacios a pedir la palabra levantando la mano, y a escuchar al otro antes de expresar la propia opinión. Aquí será importante que tengas firmeza y seas impiadoso si en algún momento debés decirle a alguien “vos ya hablaste mucho, ahora vamos a escuchar a la compañera”. Tampoco olvidemos que ciertas conductas poco deseables como el mansplaining no están ausentes en el colectivo docente, así que tendrás que estar alerta a la posibilidad de que los varones (que suelen ser minoría en las escuelas) no monopolicen la palabra explicando (explicándote a vos también, si sos Directora) con algún posible aire de superioridad hijo de las desigualdades del género.  Mal que les pese a quienes todavía quieren imaginarlo como sacrosanto e inmaculado, el espacio escolar no es inmune a conflictos asociados a diferencia de género, de edad y de clase social.

Resulta fundamental dejar bien claro que las reuniones de personal no son instancias donde los docentes hablan de lo que quieren y como quieren. No son espacios de catarsis personal, de crítica y/o burla cruel a grupos de alumnos, de histeria colectiva o de reunión social.  Para que una reunión de personal funcione mínimamente, los objetivos pedagógicos deben estar claros y ser explícitos y las pautas organizativas también, con la consecuente puesta de límites. Estas pautas y estos límites son responsabilidad del Director o Directora, así que tendrás que agarrar fuerte el timón para que no se te desmadre un encuentro con potencialidad productiva.

Te recomiendo que el momento que yo denomino dedicado a avisos parroquiales sea realizado al principio de la reunión, así después tenés tiempo para meterte de lleno en la temática convocante del encuentro. Sobre estos avisos, es importante decir que existen recordatorios que hay que hacer siempre, independientemente de que parezcan repetitivos, por ejemplo, en relación a la puntualidad o a la entrega de documentación.  Sin embargo, de ninguna manera estos avisos pueden ser vistos como reemplazos de llamados de atención a docentes específicos que lo estén precisando. A veces los directores le escabullimos a estas incómodas situaciones donde tenemos que decirle a quien ayer era nuestro par estás haciendo esto muy mal y lo tenés que corregir, y utilizamos las reuniones para lanzar palos a diestra y siniestra a gente que no entiende nada e incluso puede ofenderse, especialmente si es cosa sabida en nuestra escuela que jamás (si se me habilita la tradicional y nada feminista expresión) “nos ponemos los pantalones” para tener esas desagradables aunque imprescindibles conversaciones individuales.

(Digresión: una compañera me solicita asesoramiento porque está por concursar un cargo de conducción, y lo primero es que le pregunté fue si le gusta mandar, dar órdenes. Ella me dijo “me gusta coordinar” y me aclaró “es que suena menos duro que mandar”.  A veces estos eufemismos obstaculizan nuestro proceder, nos llenan de melindres y firuletes que, a la hora de la verdad, nos conducen a errores como el que describí en el párrafo anterior).

Otro motivo por el cual pueden fallar las reuniones de personal remite a la presencia del participante hostil. Me refiero a ese docente que vos tenés muy en claro que participa para obstaculizar los intercambios o, más básicamente, para obstaculizarte a vos. Los motivos del participante hostil pueden ser múltiples, y a veces te exceden. Puede ser alguien que aspiraba al mismo cargo que hoy vos estás ocupando, tal vez alguna persona que tiene su propia agenda política y precisa de una tribuna, quizá alguien que esté pasando por un mal momento y te señala como su chivo expiatorio. O a lo mejor te ve demasiado joven (o sea, más joven que él o ella) para desempeñar la función, o quizás recuerda con nostalgia a la Directora anterior, que era su querida amiga. También cabe la posibilidad de que sólo deteste estar ahí porque su sueño es vivir de rentas. Lo primero es que no te lo tomes personal, y asumas que hay rechazos que no vas a poder manejar, odios que no vas a poder controlar y que probablemente emerjan en ese gran momento de exposición de la autoridad del Director que es la reunión de personal. Pero entonces, ¿qué se hace con este bardeo innecesario? Primero, jamás permitas que un participante hostil te saque de tus casillas: si vos te enojás, inmediatamente el resto de los compañeros empatizarán con el colega que es un par y no con vos. La mejor estrategia es devolver el comentario al resto de los presentes, “¿qué opinan de lo que Mengana acaba de proponer?”. En esta situación de lanzar la pelota al resto del equipo el comentario del participante hostil se desdibujará entre otras voces, y rápidamente se desvanecerá en el debate.  A veces, la hostilidad se manifiesta en la realización de un sinnúmero de preguntas al Director, la mayoría de ellas retóricas: no tenés que responder todas las preguntas que te hacen, una reunión de personal no es un interrogatorio a quien ocupa el cargo de conducción.  Volvé a tus actividades, a la dinámica programada y al cronograma.Me parece que a esta altura ya ha quedado demostrado que en las reuniones de personal se juega un montón la autoridad del Director: se trata de contextos difíciles donde el suelo siempre está resbaladizo  y es bastante probable que esta autoridad trastabille, así que habrá que ponerse zapatos de goma (pero sin filosofía barata). Considerá a los consejos que te vengo dando como un par de zapatos de goma bastante probados en terreno real durante diez años. 
Foto: Advertencia peatonal para suelo resbaladizo cuando mojado. Debería estar a la entrada del recinto (aula, SUM, patio) en el que se desarrollará la reunión de personal como advertencia al incauto Director.  (Si te gusta la música de los ochenta, te dejo para que seas feliz el enlace de Slippery When Wet, el álbum homónimo de Jon Bon Jovi).
Ya en el estribo, no me quiero olvidar de decirte un par de cosas más. En este escenario (¿pos?) pandémico, tal vez tus docentes te pidan que las reuniones sigan siendo por zoom. Mi consejo es que te niegues de plano: las pantallas complejizan muchísimo la construcción de autoridad y desarman una dinámica grupal que, a mi manera de ver, sólo es productiva en la presencialidad. Revisá bien la legislación de tu provincia en relación a reuniones de personal y, toda vez que puedas, apegate al formato presencial como forma más eficiente de trabajo colectivo.

Y ahora sí, querido colega Director, querida colega Directora, ya tenés todas las instrucciones, vamos a por esa reunión y, como decía el querido Tato, ¡vermouth con papas fritas y good show!  (o matecito con facturas, que vendría siendo una traducción más apropiada al contexto).

Un abrazo enorme y nos estamos leyendo en el mes de mayo.

Vipi.-

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Viviana Postay@vipiresca

Viviana Postay Dirección editorial Cordobesa nacida y criada. La gloriosa Universidad Nacional de Córdoba le dio tres títulos: Profesora y Licenciada en Historia y Magister en Investigación Educativa. Durante más de once años fue miembro del equipo de conducción en una escuela secundaria de más de ochocientos alumnos y cien docentes, primero como vicedirectora y luego como directora. Forma maestros en un Instituto de Formación Docente del interior de la provincia de Córdoba. Es Especialista en Gestión Educativa y Doctoranda en Ciencias Sociales por Flacso Argentina. Es mamá orgullosa de una hija docente. Lo que más le gusta en la vida es leer y jugar con sus perritas. En Twitter es @vipiresca.

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