Ideas, planificaciones y preguntas existenciales para transitar las aulas.

La noche ignorante

Enviado el 13 de septiembre de 2022.

Oluuuu (va sin h y con muchas u)¿Cómo estás? Si me estás leyendo significa que tanto vos como yo logramos sobrevivir al mes de agosto. Ese mes que se supone que es el mejor porque tiene mi cumpleaños y el aniversario de mi segundo prócer preferido, pero que en realidad odiamos porque hace frío, suele ser lluvioso (aunque nos regale el veranito de San Juan) y nos hace recordar que hasta hace poco estábamos de receso invernal.

Septiembre amamos. Es el mes del amor, de la primavera, las flores, el calorcito, esa ropa llamada de media estación que queda bien con todo (siempre llevate saquito en la mochila, te lo pido) y además es el mes de la docencia.Así que alguna fiestita y regalito pegamos seguro. 

Si hablamos de septiembre, docencia, escuelas y la mar en coche no podemos evitar pensar en Sarmiento. Y no sé a vos, pero a mí me pasa algo extraño con este tipo. Tengo una relación bien toxi, te odio, te amo, dame más.

Durante muchísimo tiempo, incluso desde antes del profesorado, tenía una negación total con su existencia. Para serte franca, lo ninguneaba. Me parecía una figura de nuestra historia muy despreciable, especialmente si pensamos en su postura con respecto a los pueblos originarios. Ya sé, me vas a decir ahistórica, que debo contextualizar todo, pero entonces ¿qué decimos de nuestro mejor prócer, Manuel Belgrano? ¿Que era un extraterrestre? 

El binomio civilización / barbarie me molestaba. ¿Qué es ser parte de la civilización? ¿Quién teje las categorías que nos dejan de uno u otro lado? ¿A quiénes les es funcional este binomio? En fin, muchas preguntas que me fui haciendo a lo largo y ancho de mi vida.

El malestar con este hombre puede remontarse a mi escuela primaria. En el borroso recuerdo que tengo, ahora pongo en duda si era en el hall de mi escuela primaria o de mi escuela secundaria, aparece bien nítido el busto de Sarmiento. Un mármol (creo yo) impoluto, siempre brillante. Tengo aún en mis dedos la sensación fría, casi helada, de rozar sus labios, su ceño fruncido, sus cachetes redondeados. Nunca supe quién era ese tipo. No sé tampoco por qué no pregunté. Pero lo cierto es que me miraba todas las mañanas desde su puesto vigilante, controlando asistencias o guardapolvos manchados.

Cuando estaba en el profesorado tuvimos una discusión acalorada con algunas profes porque algunes compañeres y yo nos negábamos a cantar su himno, lo cual me hace gracia, porque es el himno que más me gusta, claro después de mi Febo querido (te dejo esta versión instrumental y metalera para que guardes. Pueden hacer alto acto con esta canción, pero bueno, ya se nos pasó la fecha).

La cosa es que tengo cierta debilidad por los himnos, por los discursos, por el uso de las palabras, ya tú sabes…

A ver qué dice la letrita, pero antes, dato de color:  el himno que se hizo famoso fue escrito por Leopoldo Corretjer en la década del 30.

Ahora sí:


Fue la lucha, tu vida y tu elemento;
la fatiga, tu descanso y calma.
La niñez, tu ilusión y tu contento,
la que al darle el saber, le diste el alma.
Con la luz de tu ingenio iluminaste
la razón en la noche de ignorancia
Por ver grande la Patria tú luchaste
con la espada, con la pluma y la palabra.
En su pecho, la niñez de amor un templo
te ha levantado, y en él sigues viviendo,
Y al latir, su corazón va repitiendo
¡”Honor y gratitud al gran Sarmiento”!
Gloria y loor, honra sin par
para el grande, entre los grandes,
padre del aula, Sarmiento inmortal.
¡Gloria y loor!
Honra sin par

Lo primero que tengo para decir al respecto es que, no sé si te pasó lo mismo, pero todes les profes de música que tuve peleaban a capa y espada para que en las dos primeras estrofas utilicemos la segunda persona del singular. O sea le estamos hablando al espíritu santo de Domingo Faustino. La tercera estrofa me resulta muy muy confusa pero la musiquita y la entonación que debemos utilizar para acompañar la melodía es hermosa. Para terminar con Gloria, loor y honra. Ok.

Mi problema grande y semántico es más que nada con la segunda estrofa. El binomio este vuelve a aparecer: razón – ignorancia. ¿Quiénes son ignorantes? ¿Quién lo dice? Así que durante muchos años me negué a cantar este himno (incluso hubo años en los que me negué a cantar la segunda estrofa) y así habité las salas de maestres. 

Lo cierto es que con el tiempo (tengo la teoría – y la certeza- que los años te ponen menos polémica) empecé a aceptar que Sarmiento tuvo cosas buenas. Es decir, no dejo de renegar contra él, pero siento que hay elementos en su quehacer que no podemos seguir ninguneando. Lo primero es por supuesto el impulso que le dio a la educación laica y gratuita, no solo para varones. Esto es algo que no podemos dejar de reconocer, más allá que podamos discutir en torno a los intereses en homogeneizar a la población y bla. Pero algo que a mí personalmente me interesa un poco más discutir o en realidad reconocerle es el lugar de las maestras mujeres.

En este conversatorio, Graciela Morgade plantea que no es cierto que el magisterio, el profesorado, el trabajo docente, o como lo quieras llamar se fue feminizando a lo largo de la historia. Sino que su feminización está en su génesis.

Podemos trazar una cierta correspondencia entre la maternidad y la necesidad de mujeres que, como mano de obra barata, se hagan cargo del cuidado (y enseñanza) de les niñes. No obstante, este movimiento posibilitó el pasaje de muchísimas mujeres -que estaban destinadas por mandato divino desde los orígenes de la humanidad al ámbito privado y doméstico- al ámbito público.

Si nos ponemos a pensar, hoy en día este movimiento se sigue reproduciendo y la docencia, especialmente la inicial y la primaria, aparece como una vía posible para el ascenso social y la independencia económica para muchísimas mujeres. 

Esto nos lleva a un problema del cual ya hemos hablado un poco acá, que es el problema de las 3 M del Matriarcado. Pero además, este vínculo casi automático que se nos arma entre ser madre y ser maestra me parece que nos ayuda a pensar en la idea de vocación. ¿Por qué? Porque solemos tener una representación de madre extraña, que poco se parece a las verdaderas. Se nos aparece una mujer abnegada, amorosa, que da todo por les hijes, buena, dulce, cariñosa, que no se enoja pero que pone los límites necesarios, seguramente la imaginamos con algún delantal de cocina para cocinarle a sus niñes biscochuelos esponjosos cuando vuelven de la escuela. Bueno, esa imagen de madre que tenemos hace frontera difusa con el sacerdocio. No es real, es puro invento y muy lejos de la realidad se encuentra.

Lo mismo pasa con la representación de maestra que tenemos (incluso yo). Las maestras somos pura entrega, amamos con pasión a les niñes, nuestros guardapolvos son blancos impolutos, y por supuesto nunca hacemos paro, porque ¿qué es eso de luchar por nuestros derechos y considerarnos trabajadoras? No señor. Las maestras tenemos vocación, porque total las cuentas se pagan con amor.

Entonces, nunca estamos cansadas. No nos queremos ir nunca de vacaciones y tirar todo a la mierda y por supuesto nunca jamás en la vida nos quejarnos. Y amamos llevarnos trabajo a casa y pasar horas (en nuestra propia casa) lejos de nuestros afectos, porque la vocación hace que querramos corregir, planificar, buscar recursos; sí, claro, sin que nadie nos pague ese tiempo.

Yo, queride colega, te puedo asegurar que la vocación nunca la tuve, sí mucho compromiso y responsabilidad. Algo de todo esto hablamos junto a Julia Goldberg en el tercer episodio de “La queja Maestra”.


Casi llegando al final de este encuentro con olor a jazmín, te cuento que si me estás leyendo significa que estás leyendo a la Sasa del pasado. Como soy muy precabida y estoy a punto de triplicarme, dejé esta carta en una time machine para que te llegue justo cuando te tenía que llegar. Lo cierto es que la Sasa del pasado tenía algunas cositas para decirte. Pero antes te quería avisar que aún no está del todo resuelta la carta de octubre, así que existe la posibilidad de que nunca te llegue. Don´t worry, en noviembre retomamos.

Y es por eso que te quiero acercar un material para que labures el 12 de octubre. En este enlace vas a encontrar un recorrido posible o ideas y ejes varios sobre los cuales se puede trabajar. (Ojo, arranca con un recorrido sobre el 16 de septiembre, que también te puede venir bien, y cuando éste finaliza llega la propuesta que te digo. Y no solo eso, cuando termina ésta te vas a encontrar también con una secuencia mucho más armada sobre conquista y resistencia. Los recursos de los que hablo en esta última secuencia -videos, mapas, etc- los encontrás acá).

Y por último, te comparto un material del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que a mí me encanta, me hace replantearme mil cosas cada vez que lo agarro para planificar. Se llama “Abriendo sentidos”.

Creo que eso es todo. Te voy a extrañar, pero me voy a empollar que en breves días conoceré a las gemelas y tendré que decidir cómo mierda las voy a identificar.

Abrazo enorme, hasta noviembre.

Sasa


Si te gusta lo que hacemos en Gloria y Loor podés apoyarnos asociándote a la Cooperadora de GyL.

Sabrina Flax@sasaciruela

Rioplatense del 84. En medio de una catastrófica crisis existencial decidió estudiar para ser maestra. Pisa las aulas hace más de 10 años en la escuela pública y vive preguntándose cosas de su ser docente. También dicta cursos en formación docente. Antropóloga recibida de la UBA. Madre y Mujer. Fanática del chocolate, los libros y la política. En IG es @sasaciruela

Más de «Maestra ciruela»