Unx por unx: apuntes sobre la revinculación

Fotografía: Gianni Bulacio

Editorial de Septiembre

Al referirse al “éxito educativo” de Corea del Sur en las pruebas PISA, el filósofo Byung Chul-Han plantea que ese fenómeno se sostiene sobre altísimos niveles de presión sobre el estudiantado para formarse como engranajes aceitados de la maquinaria capitalista. “Les han quitado la infancia”, alcanza a decir en el documental que filmó Isabella Gresser sobre algunos de sus conceptos clave y que está disponible en YouTube

La pandemia obligó a un parate abrupto de las rutinas sociales en todo el mundo y obligó a ajustar las clases presenciales a la lógica sanitaria -al menos durante varios meses- hasta que las campañas de vacunación comenzaron a llegar a docentes y familias.

Desde el primer día supimos que la pandemia iba a tener impactos en los aprendizajes. Tal vez especialmente en las rutinas de vuelta a clases, aunque todavía queda mucho por indagar. 

A primera vista, lo que vemos en el regreso a la presencialidad es una indudable falta de “gimnasia escolar” de parte de nuestrxs estudiantes: dificultades para concentrarse en el trabajo del aula, lagunas grandes del año pasado y en secundaria, una relación más intensa con el celular. Las pantallas, ese panóptico digital que todo lo vigila y monetiza, fueron las estrellas luminosas que brillaban en el apagón social: un laberinto diseñado por cuatro empresas monstruo que durante mucho tiempo consistieron en nuestra única relación con el mundo.

La semana pasada estuvo atravesada por fortísimas turbulencias políticas, derivadas de la derrota electoral del oficialismo. El Presidente de la Nación decidió seis reemplazos en el gabinete nacional, entre ellxs el ministro de Educación. Nicolás Trotta, aplazado: su gestión durante la pandemia apareció como deficiente para las expectativas de la sociedad en general y del gobierno en particular.

El nuevo ministro de educación, Jaime Perczyk tiene una extensa trayectoria en los distintos escalafones del sistema educativo. Es profesor de Educación Física y como es muy común entre docentes “curriculares” o “especiales” (adjetivo que se les da a docentes de Música, Tecnología, Artes, entre otros que no son las áreas básicas del currículum) trabajó en todos los niveles educativos. Además, tiene trayectos de grado y posgrado universitario en temáticas educativas. Con ese bagaje transitó las diversas oficinas del Palacio Sarmiento entre 2003 y 2015. Durante la gestión de Alberto Sileoni se desempeñó, de hecho, en el estratégico cargo de Secretario de Educación, clave para la gestión y la articulación entre el Estado nacional y las provincias.

El ministro agregó: “vamos a buscarlos uno por uno”. En esta última frase está cifrada, también, una convicción que quienes firmamos esta columna compartimos: la necesidad de pensar en un sistema educativo que vaya más allá de la escuela como edificio, que lo tenga como epicentro de la acción educativa en la comunidad pero que también extienda sus tentáculos hasta el último rincón del territorio. 

“Tenemos que lograr que todos los chicos y las chicas estén en sus escuelas” fue una de las primeras declaraciones que hizo Perczyk, impulsando el regreso a la presencialidad plena en todas las jurisdicciones en la sesión del Consejo Federal de Educación del 23 de septiembre. Y agregó: “vamos a buscarlos uno por uno”. En esta última frase está cifrada, también, una convicción que quienes firmamos esta columna compartimos: la necesidad de pensar en un sistema educativo que vaya más allá de la escuela como edificio, que lo tenga como epicentro de la acción educativa en la comunidad pero que también extienda sus tentáculos hasta el último rincón del territorio. 

Si durante las primeras décadas del siglo XX el modelo sarmientino (liberal) puso a disposición una escuela, maestras y pupitres para que, campanazo mediante, todos lxs niñxs del país se acercaran a la escuela, ese modelo hace bastante que está agotado. Al menos desde la recuperación democrática y a través de los mazazos de crisis económicas que transitamos a fines de los 80, principios de los 2000 y ahora mismo, la escuela-edificio-pupitre no alcanza. 

La idea de la educación como derecho social, vigente hoy a partir del artículo 2 de la Ley de Educación Nacional, implica que también deben estar garantizadas las condiciones previas para ese acceso: el alimento, la higiene, la salud, el techo digno. Sin ellas, llegar a la escuela es más difícil y sostener la cursada, casi imposible. A partir de este diagnóstico, tras la sanción de la mencionada ley en 2006, se articularon diversos programas de fortalecimiento de las trayectorias educativas, muchos de ellos debilitados o directamente desmantelados durante el período 2015-2019.

Donde haya unx docente cabrá la Patria

Durante la pandemia, e incluso antes de ella, tanto el estado nacional como distintas jurisdicciones ensayaron estrategias de revinculación con la escuela de estudiantes excluidxs del sistema. Algunos ejemplos son el programa Acompañar Puentes de Igualdad a escala nacional, ATR de la provincia de Buenos Aires (ambos iniciados en la pandemia y aún en vigencia) o el plan Vuelvo a Estudiar en Santa Fe que existe desde 2013. Su objetivo, en todos los casos, es identificar a lxs estudiantes que han dejado de ir a la escuela, para buscarlxs y ofrecerles diversas propuestas tendientes a que puedan retomar o finalizar sus estudios. 

Este tipo de iniciativas, en algunos casos preexistentes y en otros surgidos como necesidad estallada al calor del último año y medio, quizás sean algo más que una solución transitoria y se conviertan en parte del futuro de la educación: llevar las escuelas no sólo al pueblo más pequeño del país sino hasta el hogar más remoto de las periferias de las periferias. Donde haya un docente, cabrá la Patria. Para lo cual, naturalmente, es necesaria una retribución acorde de esxs agentes: la épica educativa debe ser una épica profesional y jerarquizada.

Distintas estimaciones llegan al preocupante número del millón de estudiantes desvinculadxs de la escuela durante el relámpago pandémico, en los niveles de educación obligatoria. Restaría desagregar en qué consiste esa desvinculación: ¿No hubo nunca más un contacto, ni siquiera telefónico o por WhatsApp? ¿Desde cuándo? ¿Se trata de una cifra surgida de la diferencia entre matriculadxs 2021 vs. 2020 en todo el sistema? ¿Qué pasó luego de esa “toma de temperatura”, seguramente realizada en los primeros meses de este año? ¿Hubo iniciativas en las jurisdicciones -recordemos siempre que estamos en un sistema educativo federalizado- para indagar qué pasó con esxs estudiantes?

La Evaluación Nacional de la Continuidad Pedagógica llevada adelante a mediados del año pasado por la Secretaría de Evaluación e Información Educativa del Ministerio de Educación de la Nación, define a lxs estudiantes desvinculadxs como aquellxs con continuidad pedagógica baja o nula. Si bien el 95% de los hogares del país recibieron propuestas pedagógicas por parte de lxs docentes de todas las escuelas del territorio, a esta altura ya sabemos que la presencialidad estructura la potencia de la escuela: un gran porcentaje de estudiantes no se vio interpelado por esa modalidad de trabajo, aún cuando pertenecían a hogares en los que el wifi estaba asegurado. 

Si lxs pibxs se caen del mapa educativo ¿a qué lugar van específicamente? ¿Qué hay de sus subjetividades, puestas a prueba en este período tan excepcional? A lxs chicxs que vemos año tras año dejando de asistir a la escuela se sumaron las expulsiones generadas por la pandemia, muy a pesar de todos los dispositivos desplegados por el Estado. 

El desgranamiento no es una novedad para quienes transitamos las escuelas o trabajamos en el ámbito educativo. El regreso a la escuela se da ya por el esfuerzo de la trama comunitaria que se teje para que sean cada vez menos quienes queden afuera o bien por los diferentes dispositivos territoriales que se despliegan para garantizar el derecho a la educación, esto nos permite una mirada esperanzadora: así como se fueron, volverán. Y si no vuelven, iremos casa por casa buscándolos unx por unx como lo hemos estado haciendo desde el 13 de marzo de 2020.

Al inicio de esta nota, traíamos a Han – desde otras latitudes- quien daba cuenta de aquellxs niñxs y adolescentes habitantes de la “sociedad del rendimiento” que han perdido la posibilidad de transcurrir infancias y adolescencias amorosas, sensibles, cuidadas. 

En estas latitudes, la historia es distinta pero no tanto. La escuela fue, es y seguirá siendo, sin lugar a dudas, el lugar que aloje a cada unx de esxs pibxs que han visto sus infancias y adolescencias interrumpidas por la pandemia que nos atravesó. Es toda la comunidad educativa, una vez más, la que golpeará la puerta de cada pibx para recordarle que es ahí, en la escuela, donde hay un futuro que lxs aguarda con los brazos abiertos.

Publicada el 26 de septiembre de 2021.


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